La tasa media de mortalidad por infarto agudo de miocardio en España es de casi el 8 %, pero con diferencias de hasta el 50 % entre comunidades autónomas como es el caso de Navarra, que presenta el menor índice con el 6 %, y la Comunidad Valenciana que registra el máximo (9,6 %).
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha detectado estas importantes diferencias entre regiones respecto a la mortalidad por enfermedad cardíaca en un estudio en el que, a partir de la base de datos del Ministerio de Sanidad, ha analizado cerca de 50.000 infartos y los más de 85.000 episodios de insuficiencia cardiaca que ingresan anualmente en los hospitales españoles.
Según han explicado hoy en rueda de prensa responsables de esta sociedad científica, uno de los principales motivos que justifican las diferencias entre comunidades en cuanto a mortalidad por infarto está directamente relacionado con la existencia o no del denominado código infarto.
Se trata de un proceso mediante el cual, ante la mínima sospecha de un paro cardíaco, se pone en marcha de forma inmediata el sistema sanitario para intentar abrir la arteria obstruida mediante una angioplastia primaria (la técnica más recomendada para esta patología) en un tiempo que no supere los noventa minutos.
De hecho, las regiones con mayor tasa de mortalidad por infarto: Comunidad Valenciana, País Vasco (8,71 %), Andalucía (8,33 %) o Aragón (8,13 %)- no disponen de estos programas.
Navarra es el «paradigma», pero también existe código infarto en Galicia, Murcia, Madrid o Cataluña, comunidad esta última en la que se pasó de una tasa de mortalidad por infarto del 11 al 6 % a raíz de la puesta en marcha del programa.
Aunque éste no es el único elemento, el presidente de la SEC, José Ramón González-Juanatey, ha incidido en la importancia de que todas las comunidades cuenten con una estructura que permita a los pacientes con infarto acceder a una angioplastia primaria de forma temprana.
El proyecto, denominado Recalcar, también ha analizado los reingresos a 30 días por infarto. La media española se sitúa en el 6,09 % y de nuevo aparecen diferencias autonómicas: Navarra (1,9 %), Cantabria (2,1 %) y Canarias (3,5 %) muestran los mejores porcentajes, mientras que Andalucía (8,4 %), Asturias (7,8 %) y Baleares (7,6 %) están en el otro extremo.
En cuanto a la insuficiencia cardíaca (la incapacidad del corazón para satisfacer las necesidades de sangre), que es la primera causa de ingreso hospitalario en los mayores de 65 años, la SEC advierte también de la necesidad de disponer de una organización que facilite la «circulación» del paciente por el sistema de salud.
La tasa bruta de mortalidad por este motivo es superior a la del infarto (9,77 %) y de nuevo aparecen diferencias entre autonomías.
Andalucía (13,2 %) y Castilla y León, Castilla-La Mancha y Galicia -las tres con índices por encima del 11 %- se sitúan a la cola, mientras que La Rioja (7,3 %), Cataluña (7,2 %) y País Vasco (7,9 %) son las que presentan mejores resultados.
La diferencia en los reingresos por insuficiencia cardíaca de casi el doble en algunas regiones llama también la atención, con oscilaciones entre Navarra (11,9 %) y Canarias (23,6 %).
Igualmente el estudio constata diferencias autonómicas en la mortalidad intrahospitalaria de la cirugía de by-pass aortocoronario. Así, comunidades como Extremadura, País Vasco o Cataluña tienen unas tasas inferiores al 4 %, frente a Murcia y Canarias, que superan el 8 %.
El doctor González-Juanatey, jefe de servicio de Cardiología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, ha calificado las diferencias de «excesivas» y ha subrayado que aunque «es imposible que todos seamos la Clínica Mayo, no puede haber unas desigualdades extraordinarias porque los ciudadanos pagan los mismos impuestos».
Tras este estudio, la SEC está llevando a cabo otros proyectos como Incardio, que pretende ayudar a corregir esta situación mediante el establecimiento de unos estándares mínimos de calidad; o Innova-SEC, que trabaja para determinar qué innovaciones en el ámbito sanitario aportan o no valor para lograr la excelencia asistencial y, en consecuencia, reducir la mortalidad y los reingresos.