Ana Belén de la Cal Bueno, al frente de la empresa «Cerámica de la Cal», de Puente del Arzobispo (Toledo), hace una firme defensa de la artesanía tradicional, esperando que el potencial cliente valora el trabajo inmenso que hay detrás de este oficio milenario.
«Cerámica de la Cal» es una firma familiar de quinta generación apegada a la más fiel tradición artesana. Además de Ana Belén de la Cal al frente de la misma como trabajadora autónoma, también forman parte de la misma su marido y tres pintores, todos de una firma más bien mayorista, que oferta su producción a tiendas.
ENCLM ofrecerá cinco entrevistas, bajo el título «Artesanía de Castilla-La Mancha en el marco de Farcama 2023«, en los que quedarán ligados la mejor artesanía regional y sus mejores piezas con los nombres más relevantes del diseño, castellanomanchegos de prestigio nacional e internacional que conocen, valoran y hacen o emplean piezas artesanas en su trabajo, ya sea un taller o un estudio de arquitectura de interiores.
Y ello a través de cinco charlas con otros tantos diseñadores y maestros artesanos y su «pieza maestra», que pondrán en valor este oficio milenario en hogares y negocios del siglo XXI.
El proceso
El proceso es el siguiente: el barrero hace la pieza primeramente con el torno, que es luego sacada al sol y secada en las naves, con el calor de los hornos. Cuando la pieza ya está seca, la adornan por primera vez en la primera cocción de barro, que se hace a 1.100 grados. Sale la pieza «bizcochada» (un barro ya cocido, con más dureza), a la que esmaltan por inmersión en unas pilas (esmalte blanco, brillante, crema…, según la pieza que se va a hacer).
Seco el esmalte, decoran sobre el objeto, recurriendo a decoraciones florales, de animales, cenefas… Una vez decorado el producto con óxidos metálicos, la pasan al horno para la segunda cocción , esta vez a 950 grados. Al salir del horno ya tiene el brillo característico de la cerámica y con colores que no se pueden quitar.
A no ser que se desconche, la pintura no se va, «a diferencia de la serigrafía de estas de hoy, que es una especie de pegatina, la cual se cuece a 500 grados», explica Ana Belén.
Lo que más vende «Cerámica de la Cal» son jarras, platos, cuencos y ensaladeras, esto es, menaje del hogar para uso, pero también hacen vajillas, algún mural, algún letrero para una fachada y «los escudos heráldicos de toda la vida».
Ana Belén de la Cal exporta casi toda su producción fuera de España, el 70 o el 80%, principalmente Estados Unidos. ¿Por qué valoran tanto en este país su producción fielmente artesanal? Ella no lo sabe, como no influya el hecho de que su padre ya tenía varios clientes de ese país… Y agrega: «Aprecian mucho la artesanía hecha a mano; muchas veces, cuando vienen a comprar aquí, se quedan maravillados de que todo se pinte a mano, con una caña que te ayuda a mantener el pulso y con el pincel».
Farcama
Sobre Farcama, Ana Belén de la Cal cree que es una feria «a la que últimamente se le está dando más visibilidad, no en vano es un buen escaparate para que la gente conozca el oficio artesanal, así como la producción, y le dé valor, el que no ha tenido durante muchos años».
«Ahora se está intentando recuperar la artesanía, haciendo cosas de calidad. Farcama es un buen escaparate para que la gente aprecie el gran trabajo que este oficio conlleva», subraya.
«Una cerámica muy tradicional»
El sello de esta firma familiar de cerámica de Puente del Arzobispo es su estricto respeto a la tradición, mantenido de generación en generación en generación. «Muchas veces nos han aconsejado que nos modernicemos, que por qué no hacemos dibujos más minimalistas, más actuales, con otros colores, pero yo contesto que por qué voy a cambiar, es la cerámica tradicional de siempre, con el verde local de los animales, el azul de Talavera con flores y grecas… Sigo haciendo lo que hacían mi padre y mi abuelo», contesta.
«Haberse dedicado toda la vida a ello»
Para Ana Belén de la Cal, la maestría artesanal consiste en «haberse dedicado toda la vida a ello». Cuenta esta maestra de la cerámica que para ella este trabajo siempre ha sido su hobby, desde los 12 años, cuando como premio le dejaban decorar y pintar piezas. 40 años trabajando en esto… «y nunca se acaba de aprender del todo», admite quien cree que «lo más importante es continuar con la tradición de un oficio muy gratificante y bonito».
Ana Belén de la Cal no sabría elegir una pieza favorita entre su producción, aunque admite que disfruta más «haciendo una ánfora de 50 centímetros, en la que se deleita decorándola aunque lleve dos días, que cuando se hace la jarra comercial, en la que solo se tarda media hora en pintarla», explica.
«Intentamos darle el mejor acabado posible a todas las piezas, haciéndolo con mucho cuidado y cariño», añade.
Al cliente: «Que valore el trabajo y la tradición que hay detrás»
Pensando en el posible comprador que sopese hacerse con un producto artesano, esta ceramista de raza familiar insiste en la idea de que le dé el valor que tiene este trabajo: «Nos hemos acostumbrado a lo chino, a un mercado industrializado… Cuando vemos una jarra china no podemos compararla a una hecha en Puente del Arzobispo, ya que en este caso todo es manual, pieza por pieza, desde el primer paso al último. Me gustaría que, cuando viesen la jarra de Puente, valoraran el trabajo de años de aprendizaje y la tradición que hay detrás», destaca.
Por último, esta maestra artesana sostiene que desde 2019, cuando la cerámica de Puente del Arzobispo (y de Talavera) fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, «parece que las instituciones están ayudando a estos profesionales con subvenciones para modernizar el taller, la promoción de las ferias…»
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