El Almacén Temporal Centralizado (ATC) de Residuos de alta radiactividad de Villar de Cañas ha recibido unas 2.600 alegaciones a su estudio de evaluación de impacto ambiental, una cifra «no excesiva» y «muchas de ellas repetidas», ha informado el presidente de Enresa, Francisco Gil Ortega.
Tras inaugurar un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander sobre el ATC, Gil Ortega ha reconocido que esperaban más alegaciones y ha asegurado que el 99,9 por ciento de la sociedad española sí comparte este «proyecto de Estado».
El próximo lunes, ha anunciado, el consejo de administración de Enresa aprobará el pliego de condiciones por un importe de 300 millones de euros destinados a lo que es la obra principal del ATC -ingenierías, proyectos de vigilancia y control etc-.
Las empresas interesadas tendrán de plazo hasta los próximos meses de agosto o septiembre para presentar sus ofertas y en diciembre tendrán lugar las adjudicaciones, ha detallado.
En febrero o marzo de 2015, la previsión es tener lista la autorización previa de construcción y en septiembre la definitiva, momento en el que comenzarán las obras de la parte nuclear del ATC, ubicado en Villar de Cañas (Cuenca).
Acompañado en la sesión inaugural del curso, entre otros, por el presidente de Cantabria, Ignacio Diego, la concejal santanderina de medio ambiente, María Tejerina, y el presidente del Ciemat, Cayetano López, ha rechazado las críticas de Izquierda Unida y otros grupos sociales sobre el corto plazo para estudiar el texto de la evaluación ambiental.
«Hemos respetado el plazo reglamentario e incluso hemos esperado algún día más» para que pudieran llegar las alegaciones por vía postal.
Entre las alegaciones ha dicho no recordar ninguna procedente de ayuntamientos, «lo que quiere decir que la sociedad española y de Castilla-La Mancha está convencida de que el ATC es necesario».
En su opinión es mejor y más seguro tener un almacén de residuos nucleares que ocho repartidos por el territorio nacional, «al aire libre prácticamente».
En cuanto al futuro parque empresarial asociado al ATC, ha explicado que están construidos el 60 por 100 de los edificios y estarán terminados y equipados en noviembre o diciembre.
Aunque las ofertas todavía no han salido a la luz pública, ya hay empresas del sector nuclear interesadas, entre las que Gil Ortega ha mencionado ENSA, Tecnatom y ENUSA.
«No queremos un vivero vacío sino lleno, más o menos con compañías relacionadas» con el ámbito nuclear.
El presidente cántabro ha destacado, por su parte, la reciente constitución de un cluster de empresas nucleares -«el primero en España»-, interesado en proyectos como el ATC, el reactor de fusión experimental ITER, los trabajos en Fukushima y la central de Garoña.
Sobre la planta burgalesa ha dicho entender que las últimas noticias sobre la central reflejan un «entendimiento entre el Gobierno y Nuclenor (titular de Garoña) y se abre la oportunidad de «dar vida» a la instalación, «socialmente muy bien aceptada».
El director general del Ciemat, Cayetano López, director del curso organizado por Enresa en la UIMP, ha explicado que el almacén de Villar de Cañas no es la solución definitiva, pero sí la solución más segura para las próximas tres o cuatro generaciones».
Durante ese tiempo se seguirán estudiando opciones «más definitivas», mezcla de un almacén geológico profundo y técnicas de transmutación.
Además del contenido técnico del proyecto, ha agregado López, el ATC tiene repercusiones importantes en la actividad social, influencia en el ámbito de la industria; en la actividad económica del entorno y en la opinión publica, incluida la que no está satisfecha.