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Congreso Regional del PSOE 24/02/2012junio 14th, 2017

Hay curiosidad por conocer qué dirá José María Barrreda cuando, en su condición de secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, se presente en la tribuna para defender su informe de gestión. Los datos no dejan lugar a dudas. Ni la región que se le dejó para gobernar ni el partido que se quedó como dueño absoluto se parecen en nada a los que había cuando José Bono dejó la escena autonómica en abril de 2004 para ser ministro de Defensa del primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Más que informe de gestión, lo datos de la etapa Barreda como líder de los socialistas castellano-manchegos son una auténtica indigestión.

Es de suponer que José María Barreda volverá a echar la culpa a la crisis, a los errores del PSOE y a José Luis Rodríguez Zapatero cuando al tomar la palabra ante los cientos de delegados al Congreso Regional que empieza el sábado 25 de febrero tenga que explicar qué ha pasado en la región y en el Partido Socialista de Castilla-La Mancha desde que José Bono dejara todo en sus manos en abril de 2004.


Por aquellas fechas el PSOE vivía aún una luna de miel con el electorado. Unos meses antes de irse, Bono había ganado las elecciones autonómicas de 2003 convirtiéndose en el líder regional más votado en toda Europa y había dejado prácticamente resueltas las de 2007.

Y es que José Bono saldó la batalla autonómica de 2003 con más de 22 puntos de diferencia sobre el PP, más de 232.000 papeletas más; es decir, 634.000 votos en la urna socialista frente a 402.000 en la del PP, en números redondos. Votaban al PSOE casi el 59 por 100. Ganaban en todas las provincias.

Ese mismo año los socialistas, liderados por Bono, cosecharon casi 100.000 votos más que el PP en las municipales y gobernaban el 72 por 100 de la población castellano-manchega. Los «populares», el 26 por 100.

Vamos que, como le espetó Bono a Barreda en el último Comité Regional, «antes entrabas a un bar y nos votaban ocho de cada diez; ahora nos votan dos y si estamos nosotros dentro».

Cuando el informe de gestión del todavía secretario general se refiera a los datos de las últimas elecciones autonómicas tendrá que decir que el PSOE sacó en mayo de 2011 unos 56.000 votos menos que el PP liderado por María Dolores de Cospedal, ha perdido en cuatro de las cinco provincias y solo ha ganado en Ciudad Real por apenas 500 votos. Es decir, recibió la cuenta de resultados con 232.000 votos más y la entrega con 56.000 menos que el PP.

Y los porcentajes de población que ahora gobiernan alcaldes del PP se han invertido con respecto a los datos de 2003. En Toledo, 106 alcades del Partido Popular; 109 en Cuenca, 119 en Guadalajara, 53 en Ciudad Real y 43 en Albacete, donde gobiernan al 80 por 100 de la población de la provincia.

Si hablamos de las cuentas públicas, el resultado del balance es aún peor, porque afecta a toda la región y de manera dramática.

Barreda recibió la región menos endeudada de España y entrega la que tiene el déficit más alto, siete veces más del legalmente establecido para las comunidades autónomas. Básicamente, los últimos años su Gobierno se gastaba prácticamente el doble de lo que ingresaba.

Las pocas fuerzas que le quedan al partido se consumen un día y otro en defender la gestión del expresidente para salvar los muebles de las siglas, aunque la verdad puede más y si Barreda aprieta demasiado se puede encontrar en el Congreso Regional con que algún alcalde en apuros, y hay muchos, le griten eso que se empieza a oír en voz baja en algunos corrillos: «Tiene razón el PP, nos has arruinado, ¡vete ya!».

Menuda (indi)gestión! Una región arruinada y un partido sin poder.

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