Ramón Serrano es el presidente de la Asociación Crean (Ciudad Real en Ayuda al Niño) donde trabajan desde hace 18 años para que niños ucranianos, afectados por la mayor catástrofe nuclear de la historia que sucedía en 1986, puedan pasar el verano con las familias de Ciudad Real.
Unos 46 niños de entre siete y 18 años han viajado este año para pasar desde el 9 de julio hasta el 23 de agosto con familias ciudadrealeñas. De esta forma, «salen de la contaminación existente de la zona por la radioactividad y aquí hacen una especie de reciclaje», explicaba Ramón a Encastillalamancha, quien describía «el clima tan contaminado y hostil» que existe donde viven los pequeños, además de ser «gente que económicamente no tiene recursos».
Al principio, los nuevos -porque los hay que repiten- suelen llegar con recelo y temor; sin embargo, «somos tan conocidos que se pelean por venir». Ramón explica a Encastillalamancha como comenzó esta iniciativa hace ya 18 años. Todo nació a raíz de la catástrofe de Chernóbil, cuando el Ayuntamiento de Ciudad Real trajo a un grupo de niños de una compañía ucraniana. Ramón aprovechó para conocer realmente cómo vivían estos pequeños y se desplazó hasta la zona unas semanas.
«Se veía la pobreza, esto dolía mucho», recordaba Ramón, quien en ese momento empezó a moverse para intentar que los niños que no tuviesen recursos se desplazasen hasta España. La casualidad quiso que enconstrase una iglesia donde se oficiaban misas en español, mandó una carta al cura, «al que no conocía», proponiéndole su idea. Al final, poco a poco, «se fue ganando terreno» y logró su objetivo hasta hacerse tan conocidos en ese entorno que los pequeños «se pelean por venir» a Ciudad Real porque «el trato que les damos es similar al que les dan los padres».
Al final, los niños «se adaptan» y «están felices», tanto es así que más de uno suele repetir convirtiéndose en «uno más de la familia». De hecho, Ramón recuerda a los primeros niños que acogieron y afirma feliz que él ya tiene hasta «nietos» en Ucrania.
No ha sido fácil este último viaje principalmente por un problema burocrático. Cuando lo tenían todo listo, se encontraron con que los visados no estaban firmados y la persona que debía hacerlo estaba enferma. Ahí comenzó una odisea que al final acabó bien, aunque se temió por el viaje, las vacaciones de los niños, los 50 billetes ya comprados, los 19.000 euros que costaron y que se podían haber perdido… Afortunadamente, todo quedó en un susto y en un sentido agradecimiento al consulado español por su colaboración.
LA MAYORÍA DE EDAD DE LA ASOCIACIÓN
Unos 18 años en los que han vivido momentos muy especiales, como aquel día en que una niña en acogida se enamoró y se casó con uno de los hijos de la familia que la acogió y ahora vuelve a Ucrania de vacaciones. Sin duda, Ramón se queda con lo que en una ocasión le dijo uno de los niños: «Lo que más le gustaba era lo cariñosa que era la gente», porque en su país «dar un beso al padre no era de hombres» y vivir y ver cómo el pequeño se acurrucaba al lado de Ramón es un momento «inolvidable».
Los niños de Chernóbil estarán en Ciudad Real hasta el 23 de agosto, «cuando se van lloran ellos y lloramos nosotros», pero afortundamente «con el Skype se mantiene el contacto» para que siga viva una experiencia «gratificante» y «muy bonita».