El sacerdote ciudarealeño Antonio Rodríguez aseguró que es inocente de las acusaciones de introducir objetos ilícitos para pandilleros presos en cárceles salvadoreñas y de otros vínculos con esos delincuentes, por las cuales está detenido desde el 29 de julio.
«Nunca generé un delito», afirmó Rodríguez a los periodistas en un juzgado de instrucción de San Salvador, donde la Fiscalía General de la República (FGR) formalizó las acusaciones en su contra.
La FGR acusa al religioso, natural de Daimiel (Ciudad Real), de los presuntos delitos de introducción de objetos ilícitos en centros penales, tráfico de influencias y asociaciones ilícitas, en este último caso por sus supuestos vínculos con un líder de la Pandilla 18.
«Nunca hice tráfico de influencias y nunca hice una asociación ilícita», sostuvo Rodríguez, quien fue detenido el martes pasado en San Salvador como parte de una amplia operación de la Policía y la FGR que dejó al menos 127 detenidos por distintos delitos entre ese día y el miércoles en varias zonas del país.
Según las autoridades, los restantes detenidos, entre ellos 12 policías, tres jueces y dos fiscales, pertenecen a varias estructuras delictivas, sin relación con el caso del sacerdote.
«No tengo conocimiento de nada», dijo sobre la acusación, y agregó: «Tengo la conciencia muy tranquila».
Según la FGR, Rodríguez supuestamente introducía teléfonos móviles y otros objetos ilícitos a los presidios de Izalco (oeste) y Cojutepeque (centro).
«Siempre entré a los (centros) penales primero para hablar con el director y luego pasé por los controles» de seguridad, aseguró.
Rodríguez, conocido popularmente en El Salvador como «padre Toño», es párroco de Mejicanos, municipio cercano a San Salvador, donde dirige desde hace varios años un programa de rehabilitación de pandilleros.
Se prevé que en los próximos días el juzgado de instrucción decida la suerte del sacerdote en el proceso.