2023 es el año para Quique González (Madrid, 1973). El músico madrileño, cántabro de adopción, cumple 50 años y celebra su media vida sobre los escenarios con una gira por toda España. En el 1998 sacó su primer disco (Personal) y desde ahí comenzó una sólida carrera entre grabaciones y directos, guardando el equilibrio a través de sus textos, de los trajes melódicos que ha armado junto a sus bandas – últimamente junto a Los Detectives -, y con su «pelea» contra la industria para poder ser dueño de sus propias canciones. «De alguna manera se cierra el círculo», confiesa el madrileño al otro lado de la línea telefónica.
Este sábado 11 de noviembre, González y Los Detectives aterrizan un el Círculo de Arte de Toledo con un concierto especial, dentro de la Gira de 25 años en la carretera. Cada noche, la banda interpreta un disco íntegro. A Toledo le toca Daiquiri Blues (2009), que contiene algunas de las perlas de la discografía de González como «La Luna debajo del brazo» o «Nadie podrá con nosotros». ENCLM ha charlado con González para intentar averiguar qué es eso que esconde el madrileño para seguir cautivando, tras 25 años de carrera, las almas de sus fans.
PREGUNTA. El 2023 es un año redondo. Cumples 50 años, 25 sobre los escenarios y hace 20 años del manifiesto de «Peleando a la contra», donde te rebelaste ante las multinacionales.
QUIQUE GONZÁLEZ. Es una buena coincidencia. Lo cierto es que estoy disfrutando mucho de este aniversario porque siento que estoy recibiendo mucho cariño de gente que lleva siguiéndome todos estos años y por eso estamos en esta gira especial y que coincide con el lanzamiento de todos los vinilos de mi discografía. De alguna manera se cierra el círculo de una forma bastante gráfica.
En esta gira para celebrar media vida sobre los escenarios propones un juego. Cada noche un disco. A Toledo le toca Daiquiri Blues, un disco de 2009 que grabaste en Nashville.
En la primera parte del concierto vamos a tocar íntegramente Daiquiri Blues. Me siento muy bien con este disco, es uno de mis favoritos. Me da la sensación que nunca había sonado tan chulo, bonito. Las canciones han aguantado bien el paso del tiempo y me siento muy cómodo cantándolas.
¿Más que hace casi 15 años? (Daiquiri Blues se estrenó en 2009).
Sí, me siento más seguro y yo creo que en la gira de presentación (2009) me quedó un sabor agridulce. El disco quedó muy bonito, pero en directo no me quedé muy satisfecho de cómo lo plasmamos en la gira. Nos costó llevarlo a su sitio. Entonces ahora me siento más seguro, las cuestiono menos (las canciones) y disfruto de lo que toca mi banda. Me siento reconciliado con el disco al ver cómo está sonando todos estos años después.
De todas las canciones de Daiquiri Blues, ¿hay alguna a la que le tienes un cariño especial, a la que miras de otra manera?
Estoy disfrutando mucho de ensayar y de tocar Un arma precisa porque no la tocamos mucho en su día y es una canción un poco extraña, que se sale de lo actual y tiene así como partes muy distintas. No sé, tengo últimamente una conexión fuerte con ella. No es muy fácil de tocar (ríe), pero está sonando muy bien y le tengo, sí, bastante aprecio a esta canción.
Continúas con la banda. Eres un autor de canciones, pero te desligas de ser un cantautor porque abrazas el concepto grupal. (Recuerdo aquella canción junto a Pereza, de Yo nací para estar en un conjunto)
La química con mi banda, con los músicos, es fundamental. La disfruto muchísimo. No me siento un solista acompañado de músicos contratados. Me interesa mucho el concepto de banda, aunque también he tocado mucho solo en acústico. Disfruto con unos músicos fabulosos que encima son mis amigos. Para mí es un privilegio estar acompañado de ellos y que mis canciones suenen así con el concepto de banda que tenemos.
Celebras 25 años de carrera con una caja con todos los vinilos de tu discografía y que incluye ocho versiones (Copas de Yate vol. I), donde además has jugado al despiste.
Quería que las versiones no fueran obvias, previsibles. Podría haber hecho canciones de Antonio Vega, de Serrat, de Sabina, de Lapido, de Chaouen, de gente a la que admiro mucho, pero ya hay muchas canciones suyas cantadas por otros artistas. Por eso me centré en elegir un repertorio de canciones que me emocionaran a mí, independientemente de que hubieran sido grandes éxitos, que en su mayoría no lo fueron, pero son canciones que me han acompañado muchísimo, que me han conmovido.
En esa caja especial incluyes los acordes de las canciones, no es algo tan habitual. ¿Por qué?
Soy consciente de que a mucha gente no solo le gustan mis canciones, sino que les gusta tocarlas y nos parecía un detalle bonito poner los acordes en el cajonero para que lo utilizaran de herramienta para tocar esas canciones y tenerlo más fácil.
«Cuando se sacan muchas banderas es para esconder, para tapar muchas cosas»
Cambiamos de tema. Estos días estoy recordando mucho esa frase que recitas en la canción Clase Media: «Sangre para las banderas». ¿Ahora, con tanta bandera al aire, sigues pensando en la bandera como símbolo estéril?
Creo que no beneficia a nadie. El clima de confrontación y el apelar a los bajos instintos, a las banderas, a la identidad, me parece que es peligroso. Pienso que es más sano mirar con más perspectiva y amplitud lo que está pasando y preocuparnos de cosas más importantes como los servicios públicos, la salud, la educación y la cultura. Un país avanza más rápido y es más habitable en la medida en que cuidamos este tipo de cosas más que las banderas.
La he recordado mucho estos días.
Cuando se sacan muchas banderas es para esconder, para tapar muchas cosas.
¿Ha cambiado la forma de verte a ti mismo por cómo te ha tratado el público?
Me siento un privilegiado por haber sido acompañado por tanta gente que se emociona con mis canciones. Saber que cuento con eso me ha dado confianza y me ha dotado de identidad. Me siento más seguro haciendo canciones, cantando, y eso ha sido progresivo.
A veces, parece que el objetivo de un músico es llenar grandes escenarios. ¿Es el tuyo?
Tampoco soy muy ambicioso. Estoy contento con lo que tengo. He tocado en clubs para tres personas y he tocado para festivales de 10.000 personas. Donde más cómodo estoy, en comunión, es en los aforos medios. Donde más se vive la experiencia musical es en teatros, salas de aforo medio. Estoy a gusto ahí. No tengo grandes ambiciones en ese sentido. También creo que las canciones pueden funcionar en grandes aforos, pero no me como mucho la cabeza con eso, honestamente.
Después de una gira en la que recorréis media España, ¿irás el estudio con nuevos temas?
Tengo ya unas cuantas canciones. En verano, cuando terminemos la gira, tengo la intención de juntarme con mi banda y hacer un disco de canciones nuevas. Estoy ilusionado con el material que tengo y quiero que salgan unas cuantas canciones más de aquí a que nos metamos a grabar. Me ilusiona volver a meterme en el estudio, la verdad.
Este sábado tocas en una iglesia desacralizada, en la Iglesia de San Vicente (Círculo de Arte de Toledo), es un escenario especial. ¿Estás abierto a algún tipo de revelación?
Ya he tocado en el Círculo de Arte y si hubiera tenido alguna visión de la que me hablas, me acordaría. No noté ninguna energía extraña (reímos).