La orden de la hermana Chantal Pascaline, que falleció ayer en Liberia de ébola, recuerda a la religiosa como una persona agradecida, dinámica, alegre y muy comprometida, que trabajaba por los demás bajo la premisa de llegar a ser «la madre de todo el mundo».
En una carta de homenaje publicada en su página web, las Misioneras de la Inmaculada Concepción califican la vida de Chantal, nacida en Kikuit (República Democrática del Congo) en 1966, como «una historia de amor, alegría y entrega».
Parte del homenaje que la orden dedica a Chantal en su página web.
La religiosa de 48 años falleció ayer en el Hospital San José de Monrovia (Liberia), donde había trabajado codo con codo con el sacerdote toledano Miquel Pajares, trasladado hasta Madrid el pasado jueves para tratarle de esta enfermedad mortal.
Chantal inició su formación religiosa en 1998 en Togo, estuvo destinada en Guinea Ecuatorial como profesora y volvió luego a Togo para cursar sus estudios de enfermería.
Durante su vida misionera pasó por Niefang y Santa Teresita, en Guinea Ecuatorial, y luego ejerció como enfermera en el Centro de Salud de Sampaka (Malí), hasta que en 2006 fue enviada a Monrovia para trabajar en el hospital San José.
Su orden destaca que era «una religiosa muy viva», entusiasta, alegre y abierta a la gente, con la que no marcaba distancias. De hecho, sus compañeras destacan que siempre repetía: «Quiero ser la madre de todo el mundo».
En Liberia sigue ingresada con ébola otra misionera de la Inmaculada Concepción, la hermana Paciencia Melgar, quien junto con el religioso Georges Combey fue trasladada ayer desde el hospital San José, cerrado el pasado 1 de agoto, al centro hospitalario ELWA, gestionado por la ONG Médicos Sin Fronteras.