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21/08/2014junio 9th, 2017
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No, desde luego que no, el pueblo no es tonto. En contra de lo que puedan pensar algunos expertos en comunicación y sus jefes estrategas políticos, no basta con unas cuantas frases bien sonantes y pegadizas convenientemente repetidas por la prensa para convencer a los ciudadanos si no hay realidades detrás y cuando las dificultades son tantas.

Afortunadamente, demuestran las encuestas que el pueblo es sensato, listo y honrado, especialmente en los momentos difíciles. En España, yo defiendo esta teoría desde hace tiempo, lo que fallan son sus élites, favorecidas por una legislación complaciente con sus abusos típicos y con un sistema de controles y contrapoderes nombrados por los que mandan, ya sea en el campo de la política o por el camino del poderío económico.


Traigo esta reflexión a bordo de los datos que el domingo 17 publicaba el diario «El País» en el «Pulso de España 2014», un estudio de Metroscopia, cuyo análisis desmenuza brillantemente José Juan Toharia.

Lo que dice Metroscopia, y prácticamente todos los estudios de opinión que se hacen en estas fechas, no es más que lo que se oye en cualquier corrillo de amigos, conocidos o colegas que se juntan a hablar del día a día. Eso sí, el sondeo explica el sentir común con palabras menos crudas de las que se oyen en la barra del bar, el curro o la calle para definir la realidad de hoy.

Cuenta Metroscopia que la mayoría de los españoles creen que el paro va a seguir alto, algunos que va a subir aún más. También piensan, en general, que el Gobierno no sabe hacer frente a la crisis económica y que las magnitudes económicas que han mejorado no se deben a las medidas adoptadas por el Ejecutivo.

Sea o no del todo cierto o del todo justo, este pensamiento es, desde luego, lo que está en la calle. Salvo que las frases, fuera de las casillas de los sondeos, suenan mucho peor. El «son todos iguales de sinvergúenzas» o «cómo pueden tener tanta cara de decir que nos estamos recuperando» son monedas de uso común en las conversaciones de la clase media para abajo, que suman a su desesperanza y sufrimiento el desánimo extra de ver cómo en este país se ha estado abusando por parte de algunas de sus élites sin apenas consecuencias para los que se han burlado de le ley y lo público. A las expresiones anteriores habría que sumar otras también muy corrientes como «siempre salen ganando los mismos», «siempre pagan los mismos», «como a ellos nunca les falta…» y un largo etcétera del mismo tenor.

Pese a todo, dice el estudio de Metroscopia, que los españoles tienen claro que la única salida es la democracia y que ésta se basa en los partidos y en las elecciones, aunque tal y como están concebidos en la actualidad la mayoría de los ciuadadanos cree que las organizaciones políticas son el problema y no logran atraer a las «personas más competentes y más prepardas».

Sin embargo, y pese a las dificultades extremas y la desesperanza que anida al comprobar el comportamiento de muchos de los que han tenido responsabilidades públicas, los españoles son más solidarios, aunque tienen menos; ha bajado la delincuencia y se mantiene la fe en una democracia que huye de charlatanes y salvapatrias. 

Así es el pueblo. Todo un ejemplo.

¿Pero seguirá así siempre si aumenta la lista que ya forman Bárcenas, Urdangarín, Matas, los ERE andaluces, los Pujol, Correa, Crespo, Blesa…?…

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