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26/02/2012junio 14th, 2017

Emiliano García-Page, el hombre que ha batido récords de precocidad en la política municipal y regional y que ha conseguido ganar al PP una plaza tan complicada como Toledo, afronta a sus 43 años el reto más difícil de su carrera: dirigir la recomposición de un PSOE que, por primera vez en democracia, está en la oposición.

García-Page ha conseguido el 95,8 por ciento de los apoyos de los 292 delegados convocados en el décimo Congreso regional del PSOE castellanomanchego, el que debe abrir una nueva etapa en el partido y relegar a José Bono y a José María Barreda de la primera línea política.


«Sé donde vamos y cómo se puede ir», ha dicho García-Page a los suyos nada más resultar elegido en un Congreso en el que las aguas del PSOE llegaban revueltas y del que sale con un mensaje de unidad: el 98 % de apoyo a la gestión de la dirección anterior y el 95,8 de respaldo al nuevo líder.

El dirigente socialista compaginará la Alcaldía de Toledo con su nueva responsabilidad y con su presencia en la Ejecutiva Federal del PSOE.

Para ello, quiere rodearse de su equipo (Jesús Fernández Vaquero) y de alcaldes ganadores como Juan Ávila (Cuenca), Jesús Martín (Valdepeñas) y Pablo Bellido (Azuqueca), un equipo con un marcado carácter municipalista y con caras visibles de dirigentes jóvenes, ganadores y con gran potencia mediática, a imagen y semejanza del líder.

Todo ello, para dirigir una oposición moderada («me gustan los naturales con la izquierda, pero para cortar dos orejas y el rabo hay que torear con las dos manos») y muy centrada en la defensa de Castilla-La Mancha, algo que a su juicio no hace el Gobierno de María Dolores de Cospedal.

Page, nacido en 1968, fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Toledo un día antes de cumplir los 19 años y varios años antes de conseguir su licenciatura en Derecho por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Castilla-La Mancha.

Desde 1991, es miembro de la Comisión Ejecutiva Regional de Castilla-La Mancha y en 1997, con menos de 30 años, fue elegido secretario provincial del PSOE toledano (cargo que mantiene hasta ahora) tras presentarse como candidato alternativo a Adolfo González Revenga en otro momento de convulsión en el socialismo.

En 1993, José Bono le había nombrado portavoz de su Gobierno en 1993, a los 25 años de edad, y desde esa responsabilidad pasó a la de Obras Públicas antes de volver a ser portavoz, responsable de Bienestar Social y presidente del Grupo Parlamentario Socialista en las Cortes de Castilla-La Mancha.

En febrero de 2001, fue nombrado de nuevo consejero portavoz, cargo en el que continuó hasta la marcha de Bono al Ministerio de Defensa en 2004, cuando el nuevo presidente regional, José María Barreda, le relegó a una consejería casi vacía de Relaciones Institucionales.

Tras el incendio de Guadalajara de julio de 2005, recuperó protagonismo desde la Vicepresidencia segunda de la Junta, asumiendo de nuevo las funciones de portavoz del Gobierno regional.

Sin embargo, Barreda le encomendó la tarea de ganar al PP la Alcaldía de Toledo, una plaza de especial dificultad para el PSOE y que García-Page, sin ser el más votado, conquistó gracias a un pacto con IU.

Cuatro años después, en las municipales de 2011, los ciudadanos avalaron su gestión y le convirtieron en el candidato más votado en Toledo, donde ahora gobierna en solitario.

Su victoria coincidió con el final de la hegemonía socialista en Castilla-La Mancha, lo que, sumado a la debacle electoral del 20N en las generales, hizo que su nombre apareciera entre los posibles candidatos socialistas para sustituir a José Luis Rodríguez Zapatero en la Secretaría General del partido.

Finalmente, no presentó candidatura y apoyó de forma implícita a Alfredo Pérez Rubalcaba, que, tras ser elegido secretario general, le nombró vocal de la nueva Ejecutiva.

Page da un nuevo paso en una carrera en la que, salvo sus cuatro primeros años en Toledo, siempre ha gobernado y ha contado con la maquinaria que el Gobierno regional aportaba al PSOE castellanomanchego, un partido que ahora afronta el reto de recomponerse desde la oposición.

Para tal fin, el PSOE se ha encomendado a García-Page Sánchez (GPS, como le bautizó Vaquero y a él le gusta repetir).

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