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domingo, 24 de noviembre de 2024
Imagen panorámica de Sigüenza. | Foto: J.B.
Patrimonio cultural de Guadalajara - 28 enero 2024

Cuando una comunidad se une, las cosas fluyen. Eso es lo que está ocurriendo desde hace unos años con la candidatura a Patrimonio Mundial de la Unesco del Paisaje dulce y salado entre Sigüenza y Atienza. Desde que se lanzó la propuesta, justo antes de la pandemia, se están dando pasos de la mano de administraciones, empresarios y vecinos de toda esta comarca guadalajareña.

El conjunto de la sociedad es cada vez más consciente de la importancia de conseguir este reconocimiento internacional y, por ello, trabajan para alcanzar la meta. En primer lugar, las administraciones: los ayuntamientos involucrados, la Diputación Provincial de Guadalajara y la Junta de Comunidades forman parte de esta candidatura que busca alzar la voz por un sitio que es insustituible y debe ser protegido.


Los guardianes del territorio

Y para ello nada mejor como tener profetas en la tierra. La lista es larga, imposible mencionarlos a todos, pero sí es posible crear una pequeña representación de algunos de los aspectos más importantes que tiene Sigüenza y, por ende, suman a la candidatura. Destacar un paisaje prácticamente intacto desde la Edad Media donde confluyen agua dulce y salada nos lleva a hacer la primera parada en la industria gastronómica.

Porque dentro de la gastronomía no solo está el cocinero y el comensal, sino todos los productores de la tierra que generan «un fuerte ecosistema gastronómico» y son «los guardianes del territorio«. Así lo ve Blanca Moreno, de El Molino de Alcuneza, recientemente premiado con una Estrella Michelín. «Colaboramos siempre con los productores de la tierra, es una zona humilde, pero muy rica y cada uno de ellos mantiene su empresa, que no deja de ser casi una heroicidad, permitiendo que esto no se venga abajo», puntualiza Blanca.

Habla de productores como Despelta, la sal de las Salinas de Saelices, las trufas de Cifuentes, la Miel Valderromero, la lavanda o los aceites esenciales. Productos que unidos a la gastronomía hacen las delicias de todo el que visita los restaurantes de la comarca. Blanca no se olvida tampoco de la cerveza, la ginebra, el embutido o el queso. «Nuestra gastronomía rústica y humilde aporta un cariño extra a nuestra tierra». Casi parece ser en sí ya un valor más que suficiente para conseguir que la UNESCO nombre a este paisaje, donde también cabe lo gastronómico, como Patrimonio de la Humanidad. Pero hay más.

Sumar en turismo sostenible

Hay quien descubrió hace más de una década el valor medioambiental de la comarca y consiguió que su negocio prosperara, aumentando así el valor turístico de la comarca de Sigüenza. Hablamos ahora del Centro Ecoturístico de Barbatona. Allí, Miguel Viguria encontró la oportunidad perfecta y la supo desarrollar, adaptándose al medio y, sobre todo, respetándolo. Y es que el valor paisajístico de la comarca y conseguir el sello de la UNESCO sería «un reconocimiento a este entorno«, lo que ayudaría a «dar visibilidad a todo el potencial y las actividades que se pueden hacer».

Casi como una obligación, los turistas que se acercan hasta el centro son aleccionados en el cuidado de la fauna y la flora. «Somos nosotros los que tenemos que darlo a conocer», asegura Miguel, quien también reconoce que «los turistas empiezan a conocer la candidatura». A su parecer, la sociedad, los vecinos y turistas de Sigüenza han aceptado la candidatura con los brazos abiertos y confía en lograrla, aunque sea a medio o largo plazo. «Solo llevamos dos años, es un camino largo», recuerda.

Mecenazgo de la Diócesis Sigüenza-Guadalajara

Dentro del skyline del paisaje entre Sigüenza y Atienza, no puede faltar la mención de su catedral. Y nadie mejor que el propio Dean de la misma para ensalzar su valor histórico y arquitectónico. Jesús de las Heras destaca que esta candidatura no es otra cosa que «un reconocimiento de derecho de lo que ya es de hecho«. Y es que la historia habla por sí misma. «Tenemos un patrimonio extraordinario y debemos cuidarlo» y dentro de él «el punto fuerte es la catedral y, en concreto, el Doncel«, señala.

En términos similares habla el presidente del Consejo Rector de la candidatura, Antonio Fernández Galiano. «Sigüenza tiene unos elementos exclusivos e irrepetibles, una realidad cultural única» que la hacen merecedora de ser Patrimonio de la Humanidad. Desde la Edad Media toda la comarca de Sigüenza ha sido protegida por los obispos mecenas «algo que se ha mantenido hasta ahora, la Diócesis funciona casi igual», teniendo en la Ciudad del Doncel su punto neurálgico.

Fernández Galiano es realista pero optimista con la consecución de formar parte del listado de ciudades patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Una vez dentro de la lista indicativa de España, considera que cualquier punto sobre el que se pregunte respecto a la candidatura es «fácilmente acreditable«. Eso sí, no se olvida de que parte del patrimonio de la comarca está en la lista roja de Hispania Nostra, como las Salinas de Imón que pese a ser declaradas BIC, están abandonadas. Son cosas que necesitan el apoyo de las administraciones, no solo para entrar en el sello de la UNESCO, sino también para ensalzar y cuidar el patrimonio histórico de la comarca.

El valor del seguntino

Ahora es el turno de los propios seguntinos que, sino bien no son «dado a la emotividad ni al entusiasmo extrovertido», como reconoce Fernández Galiano, sí tienen «conciencia e interés«. «Es fundamental involucrar al ciudadano, animar a que mantengan limpia su localidad, a que la cuiden y es un proceso de educación que no es imposible conseguir», destaca.

Y hablando de seguntinos implicados, en el primer lugar de la lista está la alcaldesa, María Jesús Merino, quien desde que alcanzó el bastón del ayuntamiento, está trabajando en lograr que esta candidatura prospere. Son varias las efemérides históricas que se han aprovechado en estos dos últimos años para lograr un mayor reconocimiento exterior y dar así a conocer la comarca en todas sus facetas. La más importante, sin duda, el IX Centenario de la Reconquista.

Para Merino, sin duda, el gran valor de la candidatura es que «todo el paisaje permanece intacto desde la Edad Media«. Y para contribuir a que esto permanezca así muchos más siglos, se han dado pasos como presentar la Agenda Urbana, lo que responde al cumplimiento de los compromisos internacionales adoptados con la Agenda 2030, la Nueva Agenda Urbana de Naciones Unidas y la Agenda Urbana para la Unión Europea. «Los primeros que tenemos que actuar somos las administraciones», reconoce y pone de ejemplo no solo la Agenda Urbana implementada en 2022, sino también la ejecución del Plan de Sostenibilidad Turística. Gracias a estas medidas, los seguntinos cada vez cuidan más y mejor su tierra, lo que será un punto más a favor de la candidatura.

Candidatura única

Cabe destacar que no existe en la lista indicativa de España ningún paisaje con las características del que presenta la delegación guadalajareña, lo que añade valor. Un paisaje que va más allá del medio natural, más allá de las aguas del Río Dulce y el Río Salado, cuyo sabor coincide con su propio nombre. Un paisaje cultural, donde se aprecian los estándares de los siglos XII al XVIII, un modelo de colonización y explotación jerárquica de un territorio excepcional entre los páramos ibéricos. Un paisaje formado no solo por Sigüenza y Atienza, sino también por otra docena de pequeñas localidades que tuvieron un valor jurídico, religioso y económico importantísimo. Un paisaje que une a sus habitantes con su entorno, generando un ecosistema único, prácticamente inalterable.

Es un paisaje único, que se ve, se toca, se siente, se huele y se saborea.

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