Las estampas que realizó el Greco fue el proyecto más importante de pintura y grabado que se realizó en aquella España de comienzos del siglo XVII y ponen de manifiesto que la voluntad del pintor era difundir su obra y su personalidad, como ya hacían en Italia, aunque necesitara para ello una gran inversión.
Hasta hace pocas semanas únicamente se conocían cinco estampas del Greco, cuatro de las cuales forman parte de la exposición ‘El Greco: arte y oficio’ que está abierta en el Museo de Santa Cruz de Toledo hasta diciembre. Y recientemente, entre los fondos no catalogados del Museo del Ermitage de San Petersburgo (Rusia), han aparecido otras cuatro estampas más.
Pero, aún así, se trata de un número muy reducido de ejemplares de lo que, según el jefe del departamento de Dibujos y Estampas del Museo del Prado, José Manuel Matilla, fue uno de los proyectos más interesantes relacionados con la pintura y el grabado hace cuatrocientos años.
En una entrevista con Efe, Matilla explica las particularidades de las estampas del Greco, grabadas por el flamenco Diego de Astor, y también habla sobre los cuatro únicos dibujos que se conservan del Greco, todos ellos expuestos en el Santa Cruz hasta diciembre y que corroboran que el griego era «meticuloso» y planificaba con precisión su producción.
«Es el primer artista, en España, que tiene la voluntad de difundir su obra a través del grabado, y lo va a hacer poniendo todos los medios disponibles en aquel momento y haciendo estampas de un formato extraordinariamente grande, como la Adoración», ha indicado.
Efectivamente, la espléndida ‘Adoración de los pastores’, realizada por Diego de Astor en 1605 y que ha viajado a Toledo desde el Metropolitan de Nueva York para esta exposición, tiene unas medidas nada habituales: 47 centímetros de altura y 34,6 centímetros de ancho.
El jefe de Dibujos y Estampas del Prado reconoce que la faceta del Greco ligada a sus estampas y dibujos es menos conocida, fundamentalmente por el escasísimo número de obras que se han conservado.
De hecho, las estampas del Greco habían sido «muy poco estudiadas o prácticamente nada» hasta la llegada de este Año Greco en que se está conmemorando el cuarto centenario de la muerte del pintor.
Pero precisamente la exposición ‘El Greco: arte y oficio’ ha servido para «estudiarlas en profundidad» y también se abordaron en el simposio internacional sobre Doménicos Theotocópuli que se celebró en mayo en el Museo Thyssen.
Matilla asegura que «nos ha permitido profundizar» en esta parcela y comprobar «que era un proyecto muy importante para la España de la época, quizá el más importante de difusión del grabado que se hizo».
Aún hay muchos interrogantes: se desconoce hasta donde llegó la difusión de las estampas, cuántas se realizaron o si el Greco las vendió bien o mal. Pero sí se conoce, por los dos inventarios de sus bienes -redactados en 1614 y en 1621-, que en su taller había doce planchas de cobre y un número importante de estampas, cien de las cuales se habían hecho en casa y, seguramente, bajo la supervisión del Greco.
En este sentido, apunta que hay «cambios, pequeñas modificaciones o aclaraciones de aspectos iconográficos» en las estampas respecto a las pinturas que «solamente pueden entenderse si el Greco estaba detrás».
El grabador que trabajó con el Greco fue Diego de Astor, una persona en la que años más tarde confió plenamente la monarquía y que en sus años de trabajo en Toledo trató de adaptar el grabado «al estilo tan peculiar del Greco».
Además de la ‘Adoración de los pastores’, están expuestos en el Santa Cruz los grabados ‘Santo Domingo de Guzmán en oración’, ‘San Pedro y San Pablo’ y ‘San Francisco y el hermano León’, los tres últimos procedentes de la Biblioteca Nacional de España.
En cuanto a los dibujos del Greco, únicamente se conservan los cuatro que están expuestos en Toledo aunque se sabe que dibujaba de forma habitual porque así lo reflejan sus inventarios y porque era la manera de trabajar en Venecia, donde el cretense se formó.
«Lo que nos demuestran los dibujos es lo que cabría esperar del Greco, que es un artista meticuloso, un artista que trabaja con precisión y que va definiendo todos los pasos de ese proceso creativo», explica José Manuel Matilla.
Dos dibujos son a lápiz negro y otros dos a tinta parda a pluma y han viajado a Toledo desde Múnich, una fundación suiza y la Biblioteca Nacional de España.