Esto va que arde y pobre del que no se quiera enterar. En la noche del sábado fue Tele 5 la que, con un sondeo de Sigma Dos, pronosticaba una caída de 17 puntos para el PP, que se queda en poco más del 28 por 100 de los votos; y otro subidón de Podemos, que pasaría a ser la segunda fuerza política española, 4 décimas por delante del PSOE.
Más allá de que la foto se circunscriba a un momento y que no se puedan sacar conclusiones definitivas, son ya muchos los sondeos de diversos institutos que apuntan con datos lo que los teóricos venían pronosticando. Se hunde el bipartidismo y el PP cae como antes cayó el PSOE. Nadie está libre del mal, porque nadie está libre de culpa.
Los últimos escándalos y el rosario de procesados no hace sino acrecentar la herida y acelerar la sangría. Mariano Rajoy tendrá que pasar a la acción y olvidarse de su habitual modus operandi.
El citado estudio de Sigma Dos apunta que el PSOE de Pedro Sánchez aún no remonta. Habrá que esperar algo más para ver si los cambios de liderazgo y maneras de los socialistas tienen su traslado en las urnas, pero está claro que el camino va a ser largo y duro. Creo, en cualquier caso, que Pedro Sánchez es el único en el PSOE capaz de plantar cara al ascenso de Pablo Iglesias. Al menos ha entendido el mensaje de la calle, ahora habrá que ver si es capaz de traducirlo a la acción política de su partido y, en tal caso, si llega a tiempo de evitar un desastre que parecía inevitable con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente.
Y es que Podemos, el partido más joven de España, con menos de un año de vida, fagocita a los pequeños y se planta en las barbas de los grandes, a los que amenaza claramente su poderío. Y todo sin prometer nada concreto que tenga posibilidades de realizarse. Hasta ahora lo único que han hecho es gestionar bien la rabia, el cansancio y la desesperación de las clases medias y bajas, empobrecidas por la crisis. Pero con eso les basta y les sobra si los dos grandes no giran.
IU en apenas un 5 por 100 y UPyD que no llega al 4 por 100 parecen certificar su ocaso sin haber vivido la primavera que se les avecinaba con el fin del bipartidismo. Podemos también les ha estropeado la fiesta a ellos.
Parecía que las cosas se habían quedado cerradas con las elecciones europeas y que nada amenazaba una victoria del PP en las generales, aunque fueran perdiendo muchos de los votos obtenidos en 2011. Parecía que la única discusión es cómo se repartían segundo, tercer y cuarto puesto los perdedores de la izquierda. Pero las tarjetas black y los jueces avisan de que la realidad es muy distinta y de que el PP no puede creerse el partido más votado sin más.
Quedan algo más de siete meses para las autonómicas y más de un año para las generales. Tiempo suficiente para cambiar las cosas, pero cambiarlas no es dar una vuelta de tuerca más a lo de siempre.