Los dos rifles que escondieron los cazadores furtivos.
Los tres cazadores se encontraban a una distancia de menos de 1.000 metros de las proximidades de la mancha autorizada para la caza, lo que se conoce como «retranca», por lo que fueron interceptados por los agentes medioambientales de la Demarcación Territorial de Belvís de la Jara durante el operativo que habían establecido para la vigilancia y el control de una montería que se celebraba en los Montes de Toledo, tal y como ha podido saber encastillalamancha.es.
Una vez que fueron identificados, los cazadores negaron que se estuvieran dedicando al furtiveo, pero los agentes encontraron una mochila que habían ocultado en el monte, donde había dos cuchillos de monte, un hacha, guantes y carne de un ciervo abatido dentro de una bolsa de plástico.
Fue entonces cuando uno de los tres cazadores reconoció que se encontraba cazando de forma ilegal, mientras que los otros dos negaron que estuvieran haciendo lo mismo. Tuvieron que pasar varios días hasta que los agentes, que inspeccionaron palmo a palmo la zona, encontraron las armas de los otros dos cazadores, que estaban escondidas entre la vegetación del monte, precisamente en la zona donde habían ocurrido los hechos.
Uno de los rifles tenía un cargador que, por su características, se considera ilegal para la práctica de la caza; y el otro poseía una modificación en el cañón para acoplar un silenciador, un medio prohibido. Armas que fueron decomisadas y entregadas en el puesto de la Guardia Civil.