Ha sido el verdadero «embrujo» del barrio, hasta que el sábado 22 de noviembre decidió coger el mandil y dejarlo sobre la mesa. Como recuerdo a las más de cinco décadas que se ha pasado, con su eterna sonrisa, detrás de la barra. Porque Adrián Sánchez Martín, la gran referencia de la taberna «El Embrujo», en el toledano barrio de Santa Leocadia, ha decidido que jubilarse también es una maravillosa forma de ver la vida. Quizás con un poquito más de «embrujo», por qué no.
En realidad ha sido el «brujo» (por lo que ha hechizado a sus clientes) del «Embrujo». Ganará la Señora (así, con mayúscula y todo) Concha, que es su esposa y que en tantas ocasiones le ha acompañado en la cocina; mientras sus hijos Raúl y César (el tercero, Adrián, se dedica a otras lides) cogen el testigo definitivo de una afición que no es baladí: atender al cliente por encima de cualquier cosa, aunque su profesionalidad los avala.
Echaremos de menos a Adrián, sí; pero no demasiado porque… ¿Alguien duda que será el mejor «cliente fijo» que tendrá ahora El Embrujo?
¡Suerte!
Adrián, en su último día detrás de la barra en El Embrujo, el sábado 22 de noviembre.
Sobre estas líneas, Javi, camarero; Adrián; su esposa, Concha; y Angélica y Raúl junto a su hijo Nicolás. Debajo, Adrián junto a su nieto Nicolás.