Marta, en Bruselas, donde es una estudiante Erasmus.
A la toledana Marta S.C. «los rumores y sospechas de que algo se preparaba en Bélgica», como al resto de sus compañeros estudiantes de Erasmus en Bruselas, eran continuos desde que el mundo entero se convulsionó con los asesinatos en París, tanto en la redacción de Charlie Hebdo como en el supermercado donde fallecieron cuatro ciudadanos judíos. De hecho, «aquí la población musulmana es muy grande y esta semana hubo varios avisos falsos de que habían colocado bombas tanto en estaciones de metro como en autobuses urbanos…».
Lo narra a encastillalamancha.es en primera persona, apenas unas horas después de que la Policía belga matara a dos presuntos yihadistas al sur del país, en Verviers. Justo cuando tanto Marta como sus compañeros, que viven en una residencia, vivieran en directo cómo «un grupo de ultraizquierda, que afirmaba estar cansado de la cobertura informativa que habían realizado del atentado de París, amenazara a la redacción del periódico belga Le Soir, que está muy próximo a nuestra residencia, y que tuvo que ser desalojado».
La rumorología comenzó a funcionar en Bruselas porque el boca a boca no paró de dispararse durante los últimos días. De hecho, «pensamos que la desarticulación de la célula terrorista había sido muy cerca de la residencia, porque había mucha policía por la calle y algún helicóptero». Jaleo que tenía su por qué: «Se produjo una amenaza de bomba en la sede de la Policía Federal, que está en la misma calle donde vivimos, en la avenue de la Couronne, y tuvo que ser desalojada. Al mismo tiempo, un amigo llamó para decirnos que en una parada de un transporte público habían detenido a…».
A lo que se refería el amigo de Marta era al arresto que se produjo esa misma tarde en el metro de Bruselas, que tuvo que ser interrumpido cuando la Policía Municipal detuvo a un hombre después de que varios testigos alertaran de que llevaba un arma y gritaba «Allah Akbar» («Alá es grande»). Solo unas horas antes habían detenido a otros dos yihadistas en el barrio del aeropuerto de Bruselas y la Policía aumentó de inmediato las medidas de seguridad en todos los edificios oficiales y en las sedes de las instituciones europeas, en el barrio internacional.
«ESTÁBAMOS UN POCO ASUSTADOS, SOBRE TODO POR LA CERCANÍA DE MI VIVIENDA AL PARLAMENTO EUROPEO»
El susto en el cuerpo no se lo quita nadie, como ella misma afirma. «Claramente estábamos un poco asustados, sobre todo por la cercanía de mi vivienda al Parlamento Europeo y a la Universidad donde se encuentra el Instituto de Estudios Europeos».
Pasadas las primeras horas de nerviosismo, «la cosa ahora está aquí tranquila (nos decía el viernes a primera hora de la tarde), a pesar de que todo el mundo espera que suceda algo más. Hay cierto miedo por las amenazas a diversas capitales europeas, y en concreto a Bruselas por su clara importancia política. La presencia policial ahora es mayor, algunas escuelas judías no han abierto y cerca de las instituciones se nota la precaución con la que actúan…».
Y finaliza con una frase contundente: «Ahora estamos esperando la nueva comparecencia (que se produjo en la tarde del viernes) de las autoridades belgas para continuar entendiendo esta gran crisis…».