La doctora María José Molina, oncóloga del hospital ‘Virgen de la Luz’ de Cuenca, ha sido premiada por la Sociedad Internacional de Oncología Geriátrica (SIOG) como Mejor Investigador Joven de 2014 por el proyecto de investigación ‘Oncosarco’.
La doctora Molina dirige en el hospital conquense la Consulta de Cáncer en el Anciano, la única de estas características que existe en España, y por la que han pasado desde que comenzó a funcionar a principios de 2012 más de 350 pacientes.
El proyecto que le ha valido el galardón evalúa el papel de la sarcopenia en ancianos con cáncer tratados con quimioterapia, y se desarrolla en la Consulta, dentro de la Sección de Oncología Médica del centro hospitalario conquense.
En declaraciones a Efe, tras explicar que ha sido una gran sorpresa la obtención del galardón, la doctora Molina afirma que la oncogeriatría «no es aún un campo que esté muy desarrollado en nuestro país», aunque confía que «con el tiempo, se llegue a generalizar y a potenciar más y más».
En este sentido, afirma que «el envejecimiento poblacional es algo generalizado» y que «son pocas las áreas geográficas en las que no hay un predominio de población anciana».
Por ello, cree que es esencial dar la mejor atención posible a «un número cada vez mayor de pacientes de edad avanzada con diagnóstico de cáncer» y que ese ha sido el motivo por el que se creó la Consulta específica en el hospital conquense.
Además de las características del tumor, Molina amplía que en un paciente anciano hay que tener en cuenta también aspectos como su situación funcional a la hora de valerse por sí mismo, su estado nutricional, su situación social (si viven solos, tienen hijos o reciben visitas con frecuencia) o su estado de ánimo y cognitivo.
La doctora Molina reconoce la importancia de que estudios realizados desde la Consulta de Cáncer en el Anciano del hayan sido becados por diferentes entidades de ámbito nacional, pero aún más el comprobar que «ancianos con 87, 90 o 91 años de edad son capaces de tolerar el tratamiento con quimioterapia, con toxicidades manejables, y seguir acudiendo a la consulta con una gran sonrisa en la cara.
«Ése es el auténtico premio», concluye.