«Reconozco que una de las noticias que más me ha llamado la atención y causado más sorpresa e indignación estos días ha sido el comportamiento del conductor de un autobús escolar de Valencia transportando alumnos de Secundaria. Resulta que tal conductor lo hacía con una mano, mientras que con la otra escribía y enviaba mensajes con su móvil, a todo esto, con los auriculares puestos. No voy a decir lo que dice el Código de la Circulación, sino lo que dicta el sentido común de los mortales. Se ve que este señor no tenía.
Como se sabe, alumnos que transportaba filmaron su conducta y de ahí pasó a los Servicios Educativos oportunos y a la empresa y le despidieron fulminantemente. No es para menos. ¿Cómo llamar la conducta de este irresponsable? Desaprensivo, jeta, sinvergüenza. Es muy fuerte lo que hizo este chófer y es de suponer que no debutaba en la acción, vamos que seguramente lo venía haciendo en otros momentos. Una madre puso el grito en el cielo al decir al respecto «que no llevaba calabazas sino menores». Y añado, no solo menores sino seres humanos. Ignoro si este señor es soltero, casado o si tiene hijos. Desde luego, que si los tiene, menos perdón lleva. Que piense si lo hubieran hecho yendo un hijo suyo en el autobús.
Sabemos que no es la primera vez que se ha detectado conductas similares en autobuses urbanos, etc. Creo que el despido, la destitución fulminante es lo primero que hay que hacer. Después retirarle el carné de conducir por unos cuantos años y que se dedique a otra actividad que exija menos responsabilidad. Quien juega con la vida de los demás no merece tener un puesto de trabajo que pueda mermar la seguridad de estos. Y si alguien tiene ganas de experimentar que lo haga en un camino sin tráfico, a solas y se la pegue él solo, no involucrando a otras personas. Las autoridades deben ser aquí lo más tajantes posibles. Ciertamente comportamientos así no son muy frecuentes, pero con que haya uno sólo hay que denunciarlo y no permitirlo. En esta ocasión al servir de denuncia el móvil de los chavales sirvió para algo bueno. ¡Ah y supongo que le habrán despedido sin indemnizarlo!»
Carlos Martín-Fuertes.