Cualquier presidente de una comunidad autónoma con un mínimo de responsabilidad quiere reunirse con el presidente del Gobierno, cuantas más veces mejor, para escuchar sus propuestas y para plantearle sus reivindicaciones, quejas o críticas. Y acude a La Moncloa siempre que le llaman, aunque solo sea por mera cortesía institucional. Cualquiera, menos Isabel Díaz Ayuso, quien ha pedido a sus colegas del PP que no vayan cuando Pedro Sánchez les cite en las próximas semanas. Ella, por increíble que parezca, quiere que le den plantón.
Ningún presidente autonómico con sentido común puede creer que un presidente del Gobierno, sea uno u otro, actúa en contra de su comunidad autónoma con la intención expresa de perjudicarla lo máximo posible. Entre otras razones, porque no quiere perder votos en ese territorio. Ninguno, excepto la presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, quien repite cada dos por tres que Pedro Sánchez actúa en contra de la región madrileña. Lo último que ha dicho es que el presidente «utiliza las instituciones de todos para, mintiendo, justificar el robo que planea a Madrid y la ruptura del modelo territorial a la medida de sus socios secesionistas».
Tras la bronca política de las últimas semanas, por el acuerdo del Gobierno con ERC para que Cataluña tenga un sistema de «financiación singular» (lo que la oposición y algunos dirigentes del PSOE dicen que es como el concierto vasco, mientras el Gobierno lo niega), Pedro Sánchez anunció que va a convocar a todos los presidentes y presidentas autonómicos a reuniones bilaterales en La Moncloa, con el propósito de buscar posibles acuerdos para «el crecimiento económico, la creación de empleo, la paz social y la convivencia territorial».
Crear un ambiente dominado por el ruido y las malas noticias
«Sabemos que algunos se afanarán en torpedear este objetivo, harán todo lo posible para que el ambiente de los próximos meses esté dominado por el ruido y las malas noticias», vaticinó Sánchez. Acertó en ese pronóstico, porque a la presidenta madrileña le faltó tiempo para decir que lo que quiere con esas reuniones bilaterales es dividir al PP y «sobornar» a los presidentes de este partido uno a uno, porque desprecia a las comunidades autónomas en las que no gobierna el PSOE. «Si hay reunión, que sea para ir todos juntos», añadió.
Antes de proponer ese boicot, Díaz Ayuso podría haber hablado con el líder de PP para saber qué piensa él sobre esas reuniones bilaterales. Y podría haber esperado a decirlo después de asistir a la reunión que Núñez Feijóo ya había convocado con todos los presidentes populares, al día siguiente, el 6 de septiembre, para debatir una postura común. Pero ella no hace esas cosas, prefiere erigirse en la capitana del barco y marcar el rumbo a seguir, aunque sea en una dirección contraria a la que quiere el capitán que está por encima.
Esta vez no le ha salido bien esa estrategia porque, desde el primer momento, seis o siete presidentes autonómicas del PP se mostraron en contra de su propuesta de boicot y dijeron que sí acudirán a La Moncloa. No se entendería que los gobernantes autonómicos populares no acudieran a cita, porque algunos llevan muchos meses reclamando que Pedro Sánchez les cite, para plantearle los problemas de sus comunidades autónomas y pedirle soluciones.
Exigir explicaciones sobre la «financiación singular» de Cataluña
La presidenta madrileña, como todos los demás, puede y debe criticar el acuerdo con ERC, si lo considera perjudicial para su comunidad y para España; puede exigir a Pedro Sánchez que explique, de una vez por todas, cómo se va a plasmar esa «financiación singular» para Cataluña sin perjudicar a las demás comunidades autónomas. Tiene todo el derecho, en definitiva, a mostrarse en contra de las decisiones del presidente y el Gobierno de coalición progresista.
Pero Díaz Ayuso tiene que hacer esas críticas y acusaciones con seriedad y con datos constatables, que demuestren su reiterada afirmación de que Pedro Sánchez actúa contra Madrid. Lo que no debe hacer es algo tan impropio de un gobernante, y de tan mala educación, como pedir a los presidentes autonómicos que den plantón al presidente del Gobierno cuando les llame para reunirse en La Moncloa. Es precisamente en esa reunión donde ella debería decirle todo lo que lanza a diario en los medios de comunicación.