Estos días se publica en varios medios provinciales que el martes 24 de septiembre de hace 28 años, en la ciudad de Toledo, se produjo una votación en todos los colegios públicos para decidir qué tipo de jornada escolar preferían los padres: la continuada, de 9 a 14 horas lectivas o la sesión de mañana y tarde como antiguamente. Solo los padres votaron – nunca lo hace el profesorado- y por goleada aplastante salió un promedio de un 80% de síes en 15 colegios de los 16 que había entonces. El de Valparaíso aún no existía y el “Ciudad de Toledo”, de educación especial se quedó en el 45% y no superó el corte.
En este comentario no se trata de ver datos relacionados con la votación, proceso, causas y numerosas vicisitudes que hubo que pasar para que en el curso 1996-97 se impusiera en la capital regional este horario. Horario que pronto se extendió al gozar de competencias educativas a toda la región.
Se trata de que en estos momentos y en algunas regiones como Madrid, se habla mucho de la conciliación familiar y de las dificultades que existen para llevarla a cabo. Igual que sucede en Castilla-La Mancha, Extremadura, Canarias, Galicia y Andalucía, por citar algunos casos, también gozan de jornada continuada. Sin embargo, en Madrid apenas está implantada. Solo unos pocos centros que la solicitaron tiempo atrás y que cumplieron los requisitos la tienen. Es más, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz-Ayuso, ha dicho que a partir de este curso no concederán más la jornada continuada y que tratarán de revertir la situación a los que la tiene (sic)..
Otras razones
Aduce la presidenta madrileña que un informe de la OCDE indica que gran parte del fracaso escolar se debe a la jornada continuada. Y servidor como docente que ha estado en el tajo durante 40 años y disfrutando de la jornada continuada durante casi la mitad dice no estar de acuerdo en nada. Mi experiencia indica que pueden venir muchos “expertos” diciendo que es mala por no sé cuántas causas. Como no se trata de cuantificar les diré que, como todo, en la vida, hay cosas buenas y menos buenas en este modelo de horario. Sin más. ¿Entonces con cuál nos quedamos? Sencillamente me remito a la singularidad de la región o lugares donde se encuentre el colegio. No es lo mismo un colegio incardinado en un pueblo de 200 habitantes que en uno de 2.000, o una ciudad de 20.000 o más habitantes o CRAPS (Centros Rurales Agrupados) de 100. Y no es lo mismo por la temperatura existente dar clase en Sevilla, en La Coruña, San Sebastián, Ciudad Real, Córdoba, Alicante o Cuenca, por poner unos ejemplos inteligibles. Lo mismo sucede con las posibilidades económicas de los sitios. Es muy distinto en cada lugar y las opciones de emplear las tardes son muy variadas. ¿Qué actividad va a realizar un alumno en un pueblo de 100 0 200 habitantes que no sea irse al río, a “cazar moscas” o irse a la era a dar patadas a un balón u otra lúdica acción?
Autonomía de los centros
Soy partidario de conceder la máxima autonomía en los centros educativos para que las familias puedan adoptar el horario que más les interese y beneficie a los alumnos, no a los padres que quieren irse a echarse un café, partida de cartas o ver la telenovela por la tarde. Se trata de favorecer al alumno en todas las facetas que le supongan un beneficio académico y personal.
Y añado más. La señora Ayuso, en este caso me decepciona, ya que huelo cierto tufillo político en la medida anunciada días atrás respecto a la jornada continuada. ¿No tendrá nada que ver los votos que puedo obtener por esa intención al “beneficiar” a los padres; que ve cómo se les puede escapar tener la tarde libre? ¿No tendrá que ver que haya observado que paulatinamente hay muchas familias que se inclinan por la enseñanza privada en detrimento de la pública y disminuyen las matrículas? Entendería todas las razones, pero que las expliquen y digan la verdad,
Que la educación no sea un juguete político, sino que miren lo mejor para el alumnado antes de poner en marcha tal o cual medida y prohiban o coarten alegremente. Y en cuanto a lo de expertos, habría que saber con que argumentos y experiencia cuentan para estar catalogados como expertos.
Se cumplen 28 años de la implantación de la jornada continuada en Toledo