¿Se imaginan que alguien pueda aprovechar un accidente de aviación tan trágico como el ocurrido el 24 de marzo en los Alpes franceses, en el que han perdido la vida 150 personas, para lanzar mensajes contra los ciudadanos catalanes o franceses? Pues no hace falta que se lo imaginen, porque es realidad y hay quien lo ha hecho. Hay que tener muy baja catadura moral para llegar a esos niveles de descomposición mental, pero ha ocurrido.
Mientras cualquier persona con un mínimo de cordura y sentido común se sobrecogía por esa noticia, hubo a quien se le ocurrió la idea de lanzar en Twitter este mensaje: «A ver, a ver, no hagamos un drama, que en el avión iban catalanes, no personas. ESPAÑA». Y probablemente pensó que al escribir esas frases estaba haciendo una gracia. ¡Pobre!
Otro no encontró mejor forma de expresar sus críticas a los vecinos franceses que con estas repugnantes palabras: «Espero que el avión ese se haya llevado por delante a unos cuantos franceses».
CONTRA CATALANES, FRANCESES Y VASCOS
Y más: «Ojalá que sean todos catalanes los muertos en el accidente del avión»; «lo del accidente de avión me parece muy bien si había catalanes dentro de él»; «vale, lo voy a decir yo, pero media España está pensando que ojalá los 45 apellidos españoles sean catalanes, vascos y panchitos».
Hace años, cuando un lector quería protestar o aplaudir por alguna noticia publicada en un periódico tenía que enviar una carta en la que constara su nombre y apellidos, dirección y fotocopia del carné de identidad. Ahora basta con enviar un comentario, sin necesidad de que conste la identidad verdadera. Y en internet simplemente se escribe una frase, se firma con cualquier seudónimo y se envía. En ambos casos los autores se sienten protegidos por el anonimato -excepto quienes firman con su nombre y apellidos-, pero la tecnología que permite lanzar esos mensajes también permite investigar su origen.
DELITOS DE ODIO
El Ministerio del Interior está estudiando medio centenar de mensajes de ese tipo, para identificar a los autores. Después, la Fiscalía determinará si han cometido un delito de odio, que está previsto y castigado en el Código Penal.
En 2013, último año del que se tienen datos oficiales, en España se registraron 1.172 denuncias por posibles delitos de odio. La mayoría, en concreto 452, fueron casos de homofobia, es decir, agresiones que se produjeron contra personas por su orientación sexual. A continuación se situaron las de carácter racista, los robos a personas con discapacidad y, en menor número, las cometidas por las creencias religiosas y contra indigentes.
Twitter y otras redes sociales utilizadas por internet son un extraordinario invento, un instrumento espectacular que permite comunicarse a toda la población mundial. Pero hay que utilizarlas correctamente. La libertad de expresión y de comunicación, tanto en esas redes como en los medios de comunicación, tiene unos límites que deben ser respetados siempre: el derecho a la intimidad de las personas y a las leyes. Y tiene, también, el límite de actuar con sentido común, un sentido que los firmantes de esos mensajes o no tienen o lo utilizan poco.
¿Habrán cometido un delito de odio las personas que han difundido esos mensajes? Los jueces y fiscales lo dirán y, en su caso, decidirán el castigo que merecen. Pero, para empezar, bien está que se investigue para averiguar quiénes son capaces de caer tan bajo como para mofarse de las víctimas del acidente aéreo de los Alpes franceses.