A punto de cumplir cien años, el palacete de la Cruz Roja, ubicado en la ronda de Ciruela de Ciudad Real, sobre los terrenos que en su día ocuparon la antigua muralla que protegía la ciudad, es uno de los últimos exponentes de la arquitectura modernista en Ciudad Real.
Construido en la década de 1920 por el farmacéutico Conrado López Pérez, su historia refleja la transformación social y urbanística de la ciudad durante el siglo XX. Encajonado hoy entre bloques de edificios, este inmueble fue concebido como un chalet al estilo cordobés en las afueras de una ciudad que apenas comenzaba a expandirse.
El edificio, que en su época fue conocido como el «chalet de Conrado y Rosalía», fue diseñado por el arquitecto Telmo Sánchez y Octavio de Toledo. Su estilo combina influencias cordobesas y elementos de los palacetes periféricos que comenzaban a popularizarse entre la burguesía de ciudades como Madrid o Barcelona. De estructura robusta, con muros de ladrillo macizo y un diseño funcional de dos plantas, ático y torreón, destacaba por sus detalles modernos, como dos cocheras para automóviles y un elevaplatos que conectaba la cocina con el comedor.
La construcción del chalet, iniciada en 1925 y finalizada en torno a 1928, marcó un hito en una Ciudad Real que comenzaba a extenderse más allá de su casco histórico, tras la demolición de la muralla. Situado en lo que entonces eran las afueras, su ubicación y diseño lo convirtieron en un símbolo de distinción y modernidad en una ciudad dominada hasta entonces por viviendas humildes de planta baja.
La Guerra Civil obligó a la familia López Pérez a abandonar el chalet debido al miedo a los bombardeos en la cercana estación de tren y regresar a su residencia en el centro de la ciudad. Desde entonces, el palacete dejó de ser un hogar familiar y pasó a tener usos puntuales, como la celebración de eventos o reuniones.
Academia General de Enseñanza y sede de Cruz Roja
En los años 50, tras el fallecimiento de Conrado, fue alquilado para albergar en su interior la Academia General de Enseñanza, conocida como la Academia de Piqueras, que incluso ofrecía servicios de internado.
Los herederos de la familia López Pérez, en los años 70, vendieron el edificio a la Cruz Roja, que lo convirtió en su sede durante tres décadas. A lo largo de este tiempo, el palacete se integró en el Catálogo de Edificios Protegidos de Ciudad Real con nivel de protección estructural, pero la falta de mantenimiento lo llevó al deterioro.
Tras su periplo siendo la sede de la Cruz Roja en Ciudad Real, el palacete fue vendido a un promotor privado, iniciando así una etapa de abandono, que se vio agravada por un incendio y un robo en el año 2005. En octubre de 2006, cuando se iba a proceder a la demolición del inmueble, la movilización popular impulsada por el Círculo de Bellas Artes logró paralizarla, mediante la intervención de la JCCM para declararlo BIC, cuando ya se habían iniciado las primeras actuaciones para su derribo.
La Junta lo salvó
Fue en 2008 cuando la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, bajo el Gobierno de José María Barreda, adquirió el inmueble para liberarlo de un derribo al que el edificio estaba ya sentenciado. Una adquisición que no sentó nada bien a María Dolores de Cospedal cuando sucedió a Barreda al frente de la Presidencia del Gobierno de Castilla-La Mancha, quien puso a subasta el edificio, en primer lugar, y tras quedar en varias ocasiones desiertas, demandó tanto al expresidente regional como a varios miembros de su Ejecutivo por un presunto delito de “fraude funcionarial” y una “elevación injustificada del precio de la compra”.
Tres años después, la Justicia sobreseyó la querella por no haber ningún indicio de delito en una compra que solo pretendía salvaguardar el palacete de la piqueta. Pese a ello, el palacete continuó en el olvido hasta noviembre de 2022, cuando el actual presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, presentó el proyecto de rehabilitación del palacete para convertirlo en un centro para atender a las víctimas de violencia sexual en la provincia de Ciudad Real.
Punto y final a su etapa de abandono
Un proceso que concluyó el pasado miércoles, tras una inversión cercana a los 2,8 millones de euros, con la inauguración de la rehabilitación integral de este palacete, llevada a cabo por los hermanos Luis y Antonio García, quienes han tratado con “mimo” el proyecto de rehabilitación desde el punto de vista arquitectónico.
Este histórico inmueble se convertirá, el próximo 16 de diciembre, en un centro de atención a mujeres víctimas de la violencia sexual, recuperando así su función social y su lugar en el corazón de Ciudad Real.
El palacete de la Cruz Roja, tras décadas de abandono, vandalismo y controversia política, ha sido transformado en un espacio de esperanza y apoyo. Además, su rehabilitación, respetuosa con los elementos arquitectónicos originales, ha preservado todos sus detalles para integrarlos en un diseño adaptado a las necesidades de un centro de atención especializado.
Con casi un siglo de historia, el palacete pasa página a su etapa de abandono y se convertirá en un faro de esperanza.