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Sanidad 10/04/2015junio 8th, 2017

La unidad de Neurología del Hospital General «Nuestra Señora del Prado» de Talavera ha incorporado una nueva terapia para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.

Se trata de la bomba apomorfina, un dispositivo por donde pasa el medicamento de forma continua por vía subcutánea mediante un perfusor programable que, implantado recientemente al primer paciente, contribuye a su recuperación motora y mejora su calidad y la de sus familiares, han explicado en nota de prensa desde el Área Integrada de Talavera.


El dispositivo está indicado para personas preferiblemente menores de 70 años, en estadios intermedios de la enfermedad, con fluctuaciones motoras que no se logran controlar utilizando la medicación oral y que no presenten demencia o sintomatología psicótica.

Con él se consigue evitar esos «cambios bruscos en el estado y la movilidad», ha asegurado el doctor Francisco Corral, especialista en Neurología.

La bomba apomorfina es una de las denominadas terapias avanzadas que se aplican en pacientes con fluctuaciones motoras complejas, es decir, que pasan de un estado de relativa buena movilidad con discinesias, a otros de bloqueo e inmovilidad.

En este último caso la medicación oral convencional parece no hacer efecto y no mejora lo suficiente su estado.

Se estima que en el Área de Talavera hay alrededor de 300 personas con Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso central, de causa desconocida y de curso crónico y progresivo que afecta al área encargada de coordinar la actividad y el tono muscular y los movimientos y que aumenta su prevalencia conforme avanza la edad en la población.

Según ha indicado el doctor Juan Colás, responsable de la Unidad de Neurología del hospital talaverano, «se trata de la segunda enfermedad neurodegenerativa más importante, por detrás del Alzheimer, y al igual que esta tiene una relevancia socio-sanitaria muy importante».

La media de edad de inicio está entre los 50 y 60 años, aunque uno de cada veinte pacientes puede comenzar antes de los 50.

Los síntomas iniciales pueden ser sutiles, como una disminución de la destreza manual, un cambio de carácter o una cara poco expresiva, que puede aparentar ser una depresión.

También en ocasiones puede presentarse rigidez de una extremidad, que puede hacer pensar que se trata de un problema reumático o temblor de reposo.

Las principales terapias avanzadas en el tratamiento del Parkinson, junto a la bomba de apomorfina, incorporada recientemente en este centro sanitario, son la cirugía y la duodopa, técnicas que están logrando «buenos resultados» en lo que a la recuperación motora y mejora de la calidad de vida del paciente se refiere, según estos especialistas.

Hasta el momento, los tratamientos para el Parkinson no curan la enfermedad, pero ayudan a paliar sus efectos y a mantener la capacidad del paciente durante más tiempo.

A pesar de ello, la mortalidad sigue siendo entre 1,5 y 1,7 veces mayor que la de la población general, lo que constituye un gran reto para la sociedad y para los sistemas sanitarios.

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