La semana pasada durante la Gala del Deporte organizada por el Ayuntamiento de Toledo en el Palacio de Congresos se habló de las reparaciones, novedades y actos deportivos que se iban a desarrollar dentro del año en curso. Sin duda y por lo comentado con otros amigos y personas relacionadas con el mundillo deportivo, una de las cosas que más me llamó la atención y suscitó interés fue al renovación y puesta en funcionamiento del antiguo gimnasio de San Lázaro.
El general José Villalba fue director de la Academia de Infantería de Toledo y el 29 de noviembre de 1919, como ministro de Defensa, firmó un real orden por la que se creaba la Escuela Central de Gimnasia– en el lenguaje actual diríamos Educación Física-, en la Ciudad Imperial. Y una de las instalaciones que se construyeron a su amparo fue el gimnasio de San Lázaro. Al principio, al aire libre con espalderas, cuerdas para trepar, etc.
Desde que a mediados de los 80 la Escuela pasó a depender del Ayuntamiento por traslado de los militares a terrenos de la Academia de Infantería este espacio quedó huérfano siendo pasto de las ratas, paso del tiempo y deterioro sin más uso. Bien, pues este espacio en 2017 fue noticia porque la Corporación Municipal de entonces habilitó una partida de 99.000 euros para su rehabilitación. Pero mire usted por donde, como otras muchas cosas que caen en el olvido, pasó el tiempo, la legislatura y de aquello nunca más se supo. Se hablaba, se decía, se escribía que si un lugar de cultura para los mayores del barrio de San Antón.
A los pocos años se añadió el techo, se sumaron las espalderas y se construyeron las paredes, según el historiador José Luis Isabel Sánchez, miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricos de Toledo (Rabacht). En una sociedad donde la educación física importaba un higo en España, surgió ese foco. Las personas que disponían de dinero eran los más agraciados para practicar deporte.
Uno de los gimnasios más antiguos de Europa
Durante la Guerra Civil el gimnasio no fue destruido y en 1939, pasó a llamarse Escuela Central de Educación Física. En 1960 se cambió el techo y el piso y luego antes de abandonarse se instaló la calefacción por agua caliente. En 1985 el ministerio de Defensa vendió los terrenos al Ayuntamiento y se trasladó paulatinamente a la Academia de Infantería y el gimnasio poco a poco se fue deteriorando. Según parece, cuando iba a ser derribado alguien debió advertir que era uno los más antiguos de Europa y lo dejaron vivo. En 2011 la A.VV. La Verdad de San Antón advirtió el deterioro, pero nadie hizo más que nombrar esta instalación, como digo, hasta 2017.
Ahora, en 2025 la Corporación Municipal ha presupuestado 60.000 euros, una cantidad sensiblemente inferior a los 90.000 descritos y lo están arreglando. No solo lavarlo la cara, sino prepararlo para que en el curso 2025/26 los toledanos podamos ir allí a practicar yoga, taichi y otras actividades que servirán para dar una mayor oferta a los ciudadanos y descargar otras instalaciones de la ciudad.
En definitiva, bienvenida sea la idea de retomar y concluir esta joya de museo y que conozcamos su historia. Puede estar satisfecho, entre otros, Rubén Lozano Guerra, concejal de Deportes en la actualidad.