Decir que la candidatura que ha encabezado la jueza jubilada Manuela Carmena al Ayuntamiento de Madrid, llamada Ahora Madrid, pretende «romper el sistema democrático y occidental» es una barbaridad, un disparate, un exabrupto y, sobre todo, una solemne tontería. Pues lo ha dicho Esperanza Aguirre, la candidata-clavo ardiendo del PP a la Alcaldía de la capital de España, que ha perdido esta batalla y, con ello, ha entrado en la recta final de su carrera política.
También es una barbaridad o, cuando menos, otra solemne tontería, decir que la candidatura de Ahora Madrid -la que ha apoyado Podemos, pero que no está integrada solamente por este partido- incluye en su programa electoral la instauración de soviets en los distritos de Madrid. Sí, sí, algo parecido a los soviets, aquellas asambleas de obreros, campesinos y soldados que jugaron un papel decisivo para el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia y que promovieron una organización política del Estado en la que los de abajo controlaban a los gobernantes. Pues también lo ha dicho Aguirre y después ha confesado, sin ruborizarse, que no ha leído ese programa pero que se lo han contado.
No existe esa propuesta ni en el programa electoral ni entre los dirigentes del partido de Pablo Iglesias ni tampoco en el resto de candidatos de esa lista, que son la mayoría en ella, pertenecientes a la coalición Ganemos Madrid, a Equo, a colectivos ciudadanos y seis o siete ex miembros de Izquierda Unida. Si Aguirre quiere criticar a Podemos seguro que encuentra motivos para ello, pero debería hacerlo con fundamento y sobre lo que este partido tiene de criticable, como todos, no inventándose fabulaciones que sólo están en su imaginación.
EL CLAVO ARDIENDO DE RAJOY
Esperanza Aguirre es el clavo ardiendo al que se agarró Mariano Rajoy para intentar mantener Madrid bajo el gobierno del PP. El presidente optó por ella como candidata porque era la que más tirón electoral tenía para sus votantes y la única que podía intentar mantener la mayoría absoluta o, al menos, conseguir un resultado que le permitiera gobernar el ayuntamiento más importante de España. Pero la operación le ha salido mal, debido en parte a la mala campaña que ha llevado ella.
¿A quién se le ocurre decir que no es juez una mujer que aprobó las oposiciones a la judicatura en 1981 y ha estado más de 30 años en la carrera judicial, que fue juez decana de Madrid y vocal del Consejo General del Poder Judicial? Se le ocurrió a la candidata a Aguirre, que tuvo que pedir disculpas después, cuando supo que había metido la pata.
¿Quién iba a decir que la juez jubilada Carmena es, a sus 71 años, la que encabeza una peligrosa candidatura de activistas antisistema cuyo objetivo es acabar con el régimen democrático de España? También lo ha dicho Aguirre.
DISPARATES Y TONTERÍAS
Entre meteduras de pata, disparates, tonterías y acusaciones permanentes en los debates, Esperanza Aguirre se ha mostrado ante los ciudadanos durante la campaña electoral como realmente es, mientras que su adversaria, Manuela Carmena, ha convencido a muchos electores por su prudencia y sentido común, por no contestar a las descalificaciones incluso personales que ha recibido de su contrincante y, además, por no utilizar el mismo lenguaje agresivo y descalificador. En el PP hay quienes achacan a la propia Aguirre parte del éxito de la juez y tienen razón.
Aguirre dice que se ha presentado a estas elecciones poco menos que para salvar a España: afirma que quería impedir que el Ayuntamiento madrileño pueda estar gobernado por los seguidores de Pablo Iglesias, a los que considera unos comunistas peligrosos, seguidores de la peligrosa dictadura de Venezuela, enemigos de la democracia y un montón de cosas más, todas malas por supuesto.
¿Nadie le ha dicho a Esperanza Aguirre que los electores son mayores de edad, elijen a sus gobernantes libremente en las urnas y no quieren salvadores de la patria sino políticos honrados que gobiernen escuchando a la gente y que no utilicen la política para enriquecerse? Ella debería saberlo, por su dilatada experiencia política y porque ha visto como varios ex cargos de su máxima confianza, empezando por quien fue su mano derecha en la Comunidad de Madrid, están en la cárcel o acusados de corrupción por los jueces.
MALA CAMPAÑA ELECTORAL
Después de una carrera política de más de 30 años, con luces y sombras como casi todas, en los que ha sido concejala de la capital, ministra de Cultura, presidenta del Senado y presidenta de la Comunidad de Madrid, la actual presidenta del PP madrileño ha visto cómo pasaba delante de ella el último tren de su vida política e intenta aferrarse con desesperación al furgón de cola para no quedarse en tierra. Pero lo ha hecho con tan mal estilo durante la campaña electoral que, más que perjudicar a la candidata Carmena, ha contribuido a que muchos madrileños y madrileñas hayan optado por votar a esta mujer, progresista y demócrata de toda la vida.
Solo por ese desesperado intento de supervivencia política se puede entender el espectáculo que Esperanza Aguirre, una política inteligente y con mucha experiencia, ha dado en los días siguientes a las elecciones, con declaraciones contradictorias. A saber: el martes 26 ofreció formar un gobierno municipal entre PP, PSOE y Ciudadanos, con el socialista Antonio Miguel Carmona como alcalde, para impedir que lo sea Manuela Carmena; el miércoles habló de crear un «gobierno de concentración» entre esos tres partidos y también la juez, siempre que ésta retirara de su programa la creación de soviets en los distritos, aunque esa propuesta no existe; el jueves, consciente del disparate que había planteado, rectificó y dijo que volvía a su propuesta inicial porque no tiene sentido que proponga meter en el gobierno municipal a «la fuerza que sí está por acabar con el régimen actual».
Muchos madrileños y madrileñas celebraron en su día que Rajoy designara candidata a Esperanza Aguirre. Para otros muchos fue una mala noticia, porque temían que podía ganar por mayoría absoluta. Ahora, una vez visto lo que ha hecho durante la campaña electoral y lo que está diciendo en los últimos días, la mejor noticia para todos es que no sea alcaldesa y cumpla lo mejor que pueda su papel de jefa de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid. Pregunta: ¿por qué les resulta tan difícil a algunos políticos asumir que su tiempo ha pasado?