martes, 1 de octubre de 2024
04/06/2015junio 8th, 2017
César del Río César del Río

Si nos sentamos a esperar a que los que protagonizaron la gran pitada al himno de España en la final de la Copa del Rey de fútbol se arrepientan, o que aquellos que les sonrieron a medias la maldita gracia salgan pesarosos ante los medios de comunicación, o que los futbolistas que como forofos cualesquiera disfrutaron de lo lindo mientras otros silbaban digan no cuando les convoque el seleccionador nacional… Seguiremos en el mismo punto de partido, la nada.

Aquí la voluntad de solucionar un hecho que sucede cada año que llegan a la gran pitada final equipos como el FC Barcelona o el Athletic es nula. Porque tengo ya una edad y esto lo recuerdo como un tamborileo continuo y si, mucha miga pero poco pan, porque nadie le pone remedio. Y si mientras los clubes implicados, ellos son quizás los que más han de responsabilizarse del comportamiento de su gente, no ponen nada de su parte y apelan a la libertad de expresión para proferir violencia verbal, que también lo es a modo de pitada porque lo que implica no es el silbido en sí sino una forma de desprecio, pues llegará la final del año que viene y escucharemos lo mismo. Y los mismos lamentos anteriores y posteriores. Y así un año tras otro. Cansino ya, pardiez.


Pero sin que nadie tome medidas.

Si a un club como el Sevilla le han cerrado una grada, hecho insólito en el fútbol español, por el cerril y animal (pobres animales, cuando su comportamiento es más civilizado que el de los humanos en numerosas ocasiones) devenir de su hinchada, no estaría de más tomar la misma medida, aumentada de forma directamente proporcional a los decibelios de la pitada, con los estadios de los dos equipos implicados porque por acción (nula) u omisión (toda) se lavaron las manos y demostraron estar en absoluto de acuerdo con lo que sabían que iba a ocurrir.

Se pita el himno, se afea la bandera, se maltrata la Constitución, discutimos por la lengua… Los miles y miles de españoles que viven tanto en el País Vasco como en Cataluña y que no comulgan con este tipo de barbaridades orales merecen que su Estado, el español, tome medidas de una vez y no les dejen abandonados.

Porque la gran pitada al final se la comen ellos. Y cruzarse de brazos sería dejarlos tirados a su suerte.

En fin, que dentro de un año, si alguno de estos dos equipos llegan a la final seguiremos hablando de lo mismo. Ésa es la pena.

@CesardelRioPolo

cesardelrio@encastillalamancha.es

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