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11/06/2015junio 8th, 2017
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Los ciudadanos mayores de 18 años, que son los que deciden en las urnas, dijeron el 24 de mayo que en muchos ayuntamientos donde ha gobernado el PP durante los cuatro últimos años quieren, a partir de ahora, gobiernos de otro signo político. Están en su perfecto derecho y hay que respetarlo, porque en eso consiste la democracia.

Pero muchos dirigentes del PP, y también muchos periodistas, se empeñan en vaticinar que, como una moderna plaga bíblica, en los ayuntamientos que vayan a tener alcaldes o alcaldesas de candidaturas apoyadas por el partido político Podemos se sucederán todo tipo de males, desastres y catástrofes.


NI 100 DÍAS DE CORTESÍA

Ni siquiera les dan los tradicionales 100 días de cortesía que se suelen conceder a cualquiera que comienza en un nuevo cometido público: afirman, con más o menos rotundidad según el nivel de pudor y de sentido común de cada uno, que la gente del partido de Pablo Iglesias pretende acabar con el sistema constitucional, trasladar a España los métodos del Gobierno de Venezuela y poco menos que llevar a este país hacia el precipicio, como si los seguidores de Podemos no estuvieran interesados en que las cosas marchen mejor, aunque sólo sea por el egoísmo de beneficiarse ellos también de esa mejoría.

A Pablo Iglesias, a algunos dirigentes de su partido y a su programa electoral se les puede reprochar cierta prepotencia y falta de humildad, unas cuantas declaraciones absurdas o disparatadas que han hecho en su ya largo año de vida como partido o el poco respeto que demuestran hacia políticos de otros partidos que están luchando por la democracia y por mejorar la sociedad desde que ellos estaban en la guardería. Incluso es obligado criticarlos por esas y otras cosas.

Pero hay que respetar su derecho a participar en la vida política, reconocer que han servido de revulsivo para otros partidos políticos de la izquierda y hasta se pueden compartir muchas propuestas de su programa electoral que coinciden con las que otras formaciones vienen planteando desde hace años sin que haya ocurrido ningún cataclismo en los ayuntamientos donde las han puesto en práctica.

LA TEORÍA DEL MIEDO

Cuando los electores han optado con sus votos por un cambio, en muchos ayuntamientos y en unas cuantas comunidades autónomas, la teoría del miedo no funciona. El sábado 13 de junio, después de tres semanas de negociaciones y pactos, se constituirán miles de ayuntamientos, muchos de ellos integrados por partidos y colectivos ciudadanos de izquierdas. No hay motivos serios para pensar que van a gobernar peor que otros, pero hay quien se empeña en presentar a sus dirigentes y futuros alcaldes como demonios con cuernos y rabo que llegan para destruir la convivencia pacífica de la ciudadanía.

Se puede recordar, sin ánimo de establecer comparaciones, que cuando Bildu y otros grupos y colectivos de la izquierda abertzale vasca eran acusados de formar parte del entorno de la organización terrorista ETA -algunos, como Herri Batasuna, fueron declarados ilegales por los jueces-, desde los demás partidos políticos se les pedía que dejaran de coquetear con el terrorismo y que reclamaran sus reivindicaciones por los cauces legales que brinda la democracia. Lo hicieron y se presentaron a las elecciones.

EL CASO DE SAN SEBASTIÁN

En San Sebastián, como en otras ciudades del País Vasco, ganó las elecciones municipales de 2011 Bildu-Eusko Alkartasuna, superando a los socialistas del PSE-EE, al PP y a los nacionalistas del PNV.

Durante cuatro años, la capital de Guipuzcoa ha tenido un alcalde de EH Bildu, Juan Karlos Izaguirre, a quien ahora han echado los ciudadanos con sus votos no por lo que dijera o dejara de decir en la campaña electoral y en su programa sino porque no ha gestionado bien el ayuntamiento ni ha hecho las cosas como esperaban quienes le votaron.

Él lo ha entendido y ha decidido dejar el Ayuntamiento: “El pueblo ha hablado claro, ha dicho claramente que prefiere otro alcalde, otro gobierno y no hay excusas”, ha afirmado. Y no ha pasado nada, más allá de cuatro años de mala gestión en perjuicio de los donostiarras. El nuevo alcalde será del PNV.

¿Por qué pensar que en Madrid, Barcelona y otros ayuntamientos donde con toda probabilidad van a gobernar candidaturas apoyadas por Podemos -pero que no son únicamente este partido- y por distintos colectivos ciudadanos van a funcionar las cosas mal o, cuando menos, peor que hasta ahora? Que eso lo diga la dirigente del PP madrileño Esperanza Aguirre, porque no se resigna a aceptar que ha perdido su última oportunidad de seguir en primera línea de la vida política de España y de su partido, puede ser comprensible desde un punto de vista humano. Pero que lo digan otros políticos considerados serios resulta, cuando menos, sorprendente.

Lo que deben hacer los políticos que están desde ahora en la oposición en los ayuntamientos, y también la ciudadanía, es exigir a los gobernantes municipales y autonómicos que cumplan lo que han prometido. Lo que no deberían hacer es descalificar la política de sus adversarios cuando ni siquiera han empezado a gobernar ni han podido aplicar sus propuestas. Lo dicho: 100 días de cortesía.

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