La página web de Podemos recibe clicks con el sí o el no al pacto que permita a sus dos diputados, José García Molina y David Llorente, votar a Emiliano García-Page en la sesión de investidura como presidente de Castilla-La Mancha. Las preguntas no dejan mucho lugar a la interpretación:
1. ¿Consideras que Podemos CLM debe apoyar la investidura de Emiliano García-Page como presidente de la JCCM tras la firma ante notario del (pacto con) PSCM-PSOE para el cumpliendo de las medidas que os hemos mandado por email?
2. ¿Consideras que Podemos CLM debe abstenerse y permitir que gobierne la candidata del PP, María Dolores de Cospedal?
No parece que quepan muchas opciones para un militante de Podemos. En cualquier caso, a tenor de lo que se lee en las redes sociales entre los tuiteros que se identifican con el partido de Pablo Iglesias la respuesta al pacto será sí a la investidura de Page y no a la continuidad de Cospedal.
Se votará hasta las 12 de la noche del martes 23 y al día siguiente empezará un recuento que se presume mayoritariamente a favor del acuerdo. El día 30 será la primera de las dos sesiones de la investidura de Page, que si se cumplen los pronósticos será votado presidente de Castilla-La Mancha.
Ese día se habrá hecho realidad un cambio que se visualizó el 24 de mayo y no solo en Castilla-La Mancha. Una realidad que se votó hace un mes, pero que se lleva gestando años, los de la crisis, los que han convertido en pobres a las clases más humildes y han empobrecido a las clases medias, sociales y empresariales, el sostén de los grandes partidos que ahora se lamen las heridas suspirando por un 30 por 100 de los votos, otrora resultado desastroso para el PSOE o para el PP.
Caían empresas y familias mientras se ayudaba a cajas y bancos y estallaban uno tras otro escándalos de corrupción. Y en vez de poner remedio, se cayó en el «y tú mas». Eso no hay quién lo digiera.
Ya nada volverá a ser como antes. Los parlamentos y los plenos municipales se han llenado de jóvenes, de gente sin corbata, sin chaqueta y con arrugas en la ropa.
Si bien es cierto que el hábito no hace al monje, no lo es menos que una imagen vale más que 1.000 palabras y las fotos de las nuevas instituciones refleja que la calle ha llegado a ellas, con su espontaneidad, su inexperiencia, su ansiedad y todas sus tonalidades, del blanco al negro pasando por toda la escala de grises. Mejor dicho, del azul al rojo pasando por colores compuestos como el morado o el naranja.
Ya nada volverá a ser como antes. Pero que el resultado sea básicamente enriquecedor para la sociedad y la política o frentista y guerrillero dependerá, en primer lugar, de los protagonistas, de los que ya estaban en la instituciones y de los que acaban de llegar.
Mucho mayores eran las divergencias de los políticos de la Transición, tan denostados por los nuevos partidos, pero tan vitales para el buen devenir de España y tan admirados fuera de nuestro país cundo se estudia esa etapa y cómo otras naciones han fracasado al pasar de una dictadura a una democracia.
Por muy ruidosos y frentistas que sean los mensajes de ahora, necesariamente es más fácil sentar en una mesa a Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Albert Rivera de lo que entonces fue reunir y mantener dialogando a Adolfo Suárez, Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Felipe González o Xavier Arzalluz. Si ellos pudieron ponerse de acuerdo y sacar a España del atolladero, los de ahora tiene que poder, porque es mucho más sencillo, por difícil que parezca.
Si fuimos capaces una vez de salir hablando de la encrucijada, en vez de optar por los pronunciamientos o la guerra civil, no veo por qué no podemos volver a repetirlo. Es necesario que los viejos partidos reconozcan a los nuevos su capacidad para representar el sentir y el lenguaje de la gente corriente. Y los nuevos no pueden menospreciar la experiencia de gobierno acumulada por los grandes partidos. Gobernar es caminar cada día por un campo de minas y más allá de en qué orden decida cada uno desactivarlas, es importante saber dónde están para no pisarlas y saltar por los aires.
Pronto sabremos de qué son capaces todos y cada uno de ellos en esta nueva política en la que nada volverá a ser como antes.