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02/07/2015junio 8th, 2017
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Ya tenemos la primera serpiente de verano de este año, un tema del que hablar aun sabiendo que la persona que debe decidir no va a hacer ni caso a los comentarios, consejos, advertencias o reflexiones que hagan los ciudadanos, los políticos o los periodistas: ¿debe adelantar Mariano Rajoy las elecciones generales para hacerlas coincidir con las autonómicas de Cataluña, previstas para el 27 de septiembre?

Esperanza Aguirre ha abierto este melón. La exministra, expresidenta de la Comunidad de Madrid y actual concejala y presidenta del PP madrileño dice que no tiene «todos los datos, informaciones, dictámenes y conocimientos» que maneja Mariano Rajoy, pero eso no le ha impedido recomendar al presidente que adelante los comicios y, así, ha vuelto a ocupar espacio en los medios de comunicación. Ella reconoce, eso sí, que hay muchos argumentos a favor de ese adelanto pero también muchos en contra.


Sus palabras han sido como el disparo que da la salida a las carreras en los Juegos Olímpicos. A partir de esas palabras de Aguirre, los periodistas nos hemos lanzado a preguntar por esa fecha a todo el político o sociológo que se ha puesto a mano y quienes participan en las distintas tertulias de radio y televisión dedican buena parte de sus debates a este tema. Si alguien que desconoce la realidad actual de España aterriza ahora por estas tierras, pensará que este es el gran problema para la ciudadanía. Y no lo es, por supuesto.

BRONCA EN PODEMOS

Pero no es ésta la única serpiente de verano. La dirección de Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, también se ha convertido en el centro de polémicas y comentarios por haber convocado elecciones primarias -para elegir sus candidatos a presidente del Gobierno, a diputados y a senadores en las elecciones generales- mediante un sistema difícil de entender por la ciudadanía, por muy democrático, proporcional, innovador y estupendo que sea. Y no sólo eso: ha provocado el enfado de buena parte de sus dirigentes autonómicos, que han votado contra ese método de elección. En este partido dicen que no pasa nada, que es un debate como otros muchos, pero por cualquier lugar donde aparecen sus líderes son preguntados al respecto.

Es inevitable que, de vez en cuando, un tema se convierta en lo más debatido aunque se trate de un asunto interno de un partido político. Pero esta costumbre se acentúa en el verano, sobre todo en el mes de agosto, cuando las Cortes Generales y los parlamentos autonómicos están practicamente paralizados y los políticos bajan sensiblemente su actividad.

Con la hipótesis de un posible adelanto electoral ha ocurrido exactamente eso. Todo el mundo sabe que el presidente del Gobierno, que es el que tiene la competencia legal para convocar las elecciones, no dirá «esta boca es mía» sobre este asunto ni siquiera a sus colaboradores más próximos, y tampoco a los dirigentes de su partido. Pero todos, ellos y también los periodistas, nos empeñamos estos días en intentar descubrir lo que es imposible de saber: las intenciones de Mariano Rajoy con la fecha de las generales.

LA OPINIÓN DE LOS SOCIÓLOGOS

En una jornada de debate titulada «El año en que España decide», organizada por la Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP) el 1 de julio en Madrid, varios sociólogos que dirigen importantes empresas dedicadas a realizar encuestas opinaron que no conviene adelantar las elecciones, porque entonces parecería que al presidente del Gobierno le marca su agenda política el presidente de una comunidad autónoma, Artur Mas. Lo único cierto es que nadie, ni sociólogos ni periodistas ni dirigentes del PP, sabe lo que piensa ni lo que hará Rajoy con la fecha de las elecciones generales.

Mientras nos entretenemos con estas y otras serpientes de verano no debatimos -o lo hacemos en menor medida- sobre otros asuntos que son mucho más preocupantes para la ciudadanía. Uno de ellos, por ejemplo, es que la satisfacción de los usuarios de la sanidad pùblica ha ido descendiendo durante los años de la crisis, lo que demuestra que ha habido recortes aunque el Gobierno central y los autonómicos lo nieguen con insistencia. No obstante, la opinión que tienen todavía es positiva porque el sistema sanitario español es bueno: según la encuesta que realiza anualmente el Ministerio de Sanidad, dan una nota de 6,13 (sobre 10) a la atención sanitaria que reciben, la peor nota desde el año 2008, y afirman que han empeorado las listas de espera, la atención primaria y la especializada.

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