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09/07/2015junio 8th, 2017
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Sus primeras palabras en el parlamento en su discurso de investidura como presidente de Castilla-La Mancha dejaron claras sus intenciones de ser un presidente distinto «en las formas y en el fondo». Emiliano García-Page está convencido de que el 24 de mayo los ciudadanos de esta región votaron eso, cambio en las formas y en el fondo y no solo con respecto al Gobierno del PP que presidía María Dolores de Cospedal. Incluso sus votantes, está convencido, esperan cambios en la manera de actuar del PSOE, sobre todo con respecto a los últimos años, esos en los que los socialistas perdieron las formas y mandaron al garete el fondo político y económico que habían atesorado los 20 años anteriores.

Es una obviedad decir que todos los seres humanos son diferentes unos de otros y que, por lo tanto, todos los presidentes de Castilla-La Mancha son dispares entre sí, pero lo que pretende el primer presidente toledano de Castilla-La Mancha es parecer diferente y convencer de ello, además de serlo.


REGRESO A FUENSALIDA

Un escenario plagado de gente corriente y anónima el día de su toma de posesión, personas que hablaron antes que él, los acordes del himno nacional al final del acto, la recuperación de la sobriedad del Palacio de Fuensalida como edificio propio de los actos del Gobierno y del presidente, la cercanía, la sencillez y la normalidad de él y de su gente más próxima son cuestiones que quiere asentar y evidenciar desde el principio. Desde hace mucho está convencido de que las formas, y no solo el fondo, perdieron a los dos gobiernos anteriores y a sus presidentes, especialmente en el caso del PP.

VICIOS DE COMPORTAMIENTO

La soberbia y la arrogancia son pésimos acompañantes en la vida, pero en política son mortales. Son cualidades que acompañan al mal de altura cuando se llega al poder, se sabe de antemano, pero siempre hay alguno que cae y en el caso del Gobierno saliente cayeron muchos y los que no se dejaron vencer por ellas fueron silenciados, apartados o señalados como poco entregados o fieles a la presidenta.

Esos vicios de comportamiento y pensar que la comunicación es comprar, asustar y/o debilitar a los medios que no se someten, formaron un cóctel demoledor, una barrera que alejó al PP de la realidad, enmascarada por encuestas que no respondían a lo que se veía en la calle. Como consecuencia todo ello, el PP convirtió la oportunidad de ser un partido protagonista de la historia de la comunidad autónoma en su primeros 50 años para quedarse en un partido que ha sido un paréntesis de los primeros 40 (al menos de los primeros 36, 32 serán con gobiernos socialistas).

AMARGA VICTORIA, DULCE DERROTA

“Es el primer presidente que gobierna perdiendo las elecciones”, le soltó Cospedal. “Es la primera presidenta que ostenta el récord de perder el gobierno a la primera”, le espetó Page. Era la sesión de investidura y el primer intercambio de golpes, con mensajes que supongo oiremos repetir a menudo.

Lo cierto es que nadie puede calcular a estas alturas quién gobernará dentro de cuatro años, pero en los precedentes de los 32 anteriores se puede observar fácilmente el camino que hay que seguir para permanecer o para marcharse. Con la cercanía solo no se gana, cierto. Pero sin ella, en la política de hoy, se pierde seguro.

Creo que a Page le preocupa ser y parecer diferente, pero sobre todo creo que le obsesiona ser y parecer autónomo, dueño y señor de sus nombramientos y sus decisiones y, desde luego, parecer distinto a cualquiera de los tres presidentes anteriores, de los que tiene muy diferente opinión, con clara predilección por Bono. Sin embargo, no quiere parecer un satélite o un presidente sujeto a su influencia. Ni a la de Bono ni a la de nadie. «No le debo nada a nadie», cuentan que dice cuando recuerda ante los suyos que es presidente con todas las previsiones en contra y la mayoría de los poderes facticos de la región remando en dirección a Cospedal.

Otro desmarque de sus predecesores ha sido la manera de anunciar a los integrantes de su Gobierno. Lo ha presentado él personalmente, nada de una fría nota de prensa mandada sin avisar. Es “su” Gobierno y nadie mejor que yo para explicarlo, debió pensar cuando eligió dar a conocer a todos y cada uno de los consejeros, expresando una opinión personal sobre cada uno de ellos.

Suerte al presidente y suerte el Gobierno, cuatro hombres y cuatro mujeres que tendrán poco o ningún margen para el error.

EL G-8 DE PAGE

José Luis Martínez Guijarro, “el experto” vicepresidente en palabras de Page y el único que ya ha sido consejero antes, aunque su peso y su relevancia política han crecido con la llegada del hoy presidente al liderazgo del PSOE.

Juan Alfonso Ruiz Molina, otro experto en cuentas y gestión para mantener el orden y resolver los muchos conflictos en la función pública.

Javier Fernández para Sanidad, la máquina de gasto y del descontento. Un exgerente hospitalario en Ciudad Real que goza de la plena confianza de Page y que tiene una de las tareas más complicadas.

Bienestar Social, pieza clave para recuperar la confianza de buena parte del electorado perdido, vuelve a ser una Consejería desgajada de Sanidad, que encarga a la albaceteña Aurelia Sánchez. Una mujer con los pies en la tierra, casada con el secretario general de la UGT, Carlos Pedrosa, una circunstancia que quizás ha frenado que entrara antes en otros Ejecutivos. Su elección, desde luego, nada tiene que ver con él. 

Una mujer entrenada en el mundo de las empresas para la primera Consejería que lleva esa palabra en el título. Economía, Empresas y Empleo será responsabilidad de Patricia Franco, acostumbrada a tratar con los empresarios en su entorno y con su lenguaje. Ella es la encargada de quitar el miedo a la derecha económica, temerosa de los efectos del acuerdo con Podemos.

Dos guadalajareñas desconocidas en política regional para las áreas de Fomento y Educación, Elena de la Cruz y Reyes Estévez, que tendrá que pelearse con Marcial Marín, que esta semana ha sido nombrado secretario de Estado de Educación y que continúa en la política por la puerta grande.

Finalmente, un veterano de la confianza del vicepresidente para la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural. Prácticamente ha sido el único nombre en las quinielas de este área, sonó muy fuerte desde el principio y no tuvo rival reseñable. Es Francisco Martínez Arroyo, nombramiento bien recibido por el sector. Tiene en su haber la fama de conocedor del sector, trabajador y hombre que escucha y pide opinión.

Éste es el Ejecutivo con el que Page quiere ser y parecer diferente, pero le acecharán los mismos peligros que a todos. Así que, cuidado con los halagos y las inercias, casi todos los que se acercan a un presidente diciendo que su único interés es hacerle la vida más fácil suelen querer en realidad complicársela a todos los demás. Y acaban perjudicando al presidente.

Suerte y acierto a todos. Dentro de 100 días, volveremos a hablar del gobierno.

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