Este sábado volverá a sonar el viejo órgano de tubos de Morillejo, fabricado en el siglo XVII, que fuera terminado de restaurar por el Ayuntamiento de Trillo (Guadalajara) en 1993. En esta ocasión, el músico y musicólogo santanderino Luis Mazorra Incera ha preparado un programa centrado en el que el homenaje a efemérides musicales y culturales.
El homenaje más importante, según el propio Mazorra, es a la publicación de la segunda parte de El Quijote. Pero hay otros. El año que viene (2016) se cumplirán 100 años de la trágica muerte de Granados en un barco torpedeado durante la Primera Guerra Mundial en el Canal de la Mancha.
El concertista ha unido ambos hechos en la selección de las piezas para órgano, y para órgano y guitarra, en las que tocará acompañado por Astur Kirichian, junto al que compone el Dúo Ráfaga.
La atmósfera caballeresca que consiguió Joaquín Rodrigo en su obra «Fantasía para un gentilhombre» resulta especialmente apropiada para el propósito del concierto. «Es una obra basada en la música de Gaspar Sanz, un músico del siglo XVII, coetáneo de la publicación, por lo que música y época son las adecuadas», dice Mazorra. Rodrigo compuso una obra sinfónica de concierto solista, con armonías modernas, pero con temas similares a los primigenios de Sanz. Será la obra con la que termine la velada.
La penúltima de las interpretaciones también tiene un título cervantino, «A lomos de Rocinante… y un asno rucio». En esta «suite quijotesca», como la define el propio Mazorra, el musicólogo ha incluido tres temas, uno de Albéniz, la «Leyenda», y dos de Granados, «Villanesca» y «Playera», que los dos músicos enlazan con «unas pequeñas introducciones que las hacen coherentes y partes de un todo». La «Villanesca» aporta una musicalidad pulcra que sugiere el trote parsimonioso de caballos, la «Playera» es un guiño al combate de Don Quijote en la playa de Barcelona y «Leyenda» aporta un final más dramático que además termina, sosegado, en muerte.
En la primera parte del concierto, sólo de órgano, hay referencias a dos compositores castellanomanchegos como el briocense Sebastián Durón, que por proximidad geográfica nunca falta en el concierto de Morillejo, o el toledano Andrés Llorente, y también compositores cuya obra se adapta perfectamente a las condiciones del órgano de Morillejo y al motivo cervantino del programa, como son Antonio de Cabezón, Juan Bautista Cabanilles o el padre Antonio Soler.
En el interior de la Iglesia Parroquial de Morillejo, como un tesoro escondido, se conserva en perfecto estado de funcionamiento un órgano de tubos del siglo XVII. El celo de los morillejanos ha mantenido vivo este magnífico instrumento, que aún en pleno siglo XXI desgarra notas «especialmente apropiadas para el repertorio de los siglos XVII y XVIII», explica Luis Mazorra.