Frente a la versión oficial de que solo habló con Rodrigo Rato de un asunto «personal», éste dice que también hablaron de su situación judicial
Si al ministro del Interior le quedara algo de decencia y amor propio, dimitiría ya mismo sin agotar los pocos meses que faltan para las elecciones generales. Pero seguro que no se irá: en los casi cuatro años que lleva en ese cargo, Jorge Fernández Díaz ha demostrado sobradamente que está dispuesto a aguantar carros y carretas, aunque tenga a una abrumadora mayoría en contra. En su caso, la dignidad y el amor propio o los ha ido perdiendo o tienen poca importancia para él.
El pasado 29 de julio, una semana después de haberse negado a declarar ante el juez, Rodrigo Rato fue recibido por Jorge Fernández en su despacho. Según una nota oficial del Ministerio, el ex vicepresidente económico del Gobierno con Aznar, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ex presidente de Bankia solicitó la entrevista para hablar de un asunto «exclusivamente personal» y no de su situación judicial.
UNA TORPEZA DEL MINISTRO
¿Cómo es posible que el ministro haya cometido la torpeza política de recibir en el Ministerio a Rato, que está siendo investigado porque la Audiencia de Madrid considera que existen indicios suficientes de que presuntamente pudo haber cometido uno o varios delitos fiscales y de blanqueo de dinero? Podían haberse citado en su domicilio, en un restaurante o en otro lugar y no hubiera saltado la polémica.
El Ministerio ha explicado en un comunicado que, tras reunirse con Rato, el ministro no ha realizado ninguna gestión relacionada con su situación judicial. ¡Faltaría más! Eso hubiera sido una intromisión intolerable del Gobierno en una investigación judicial. Pero, ¿es creíble? En política no solo cuentan los hechos sino también las apariencias, y lo que aparenta esta reunión no es bueno para Jorge Fernández.
RATO: «HABLAMOS DE LO QUE ME ESTÁ PASANDO»
Frente a la versión oficial de que solo hablaron de un asunto «personal» del imputado, porque esa fue la condición que exigió el ministro para recibir a Rato, éste ha declarado a El País que hablaron «de muchos temas, como de Cataluña y otras cuestiones, además de todo lo que me está pasando», y ha aclarado que ni él le pidió nada ni el ministro se ofreció a realizar ninguna gestión.
Ha dicho Interior que se reunieron en el Ministerio porque así se garantizaba «una absoluta transparencia y no había nada que ocultar». Lo cierto es que no ha habido transparencia, porque no se informó de esa reunión, no se convocó a la prensa y sólo han reaccionado tres días después de que El Mundo desvelara ese encuentro y saltara la polémica.
En junio de este año, el ministro destituyó a dos comisarios del Cuerpo Nacional de Policía que habían ocupado importantes cargos durante el Gobierno de Zapatero, porque cometieron el pecado de reunirse en una cafetería próxima al Congreso, a la vista de todo el mundo, con el diputado del PSOE que lleva los asuntos de Interior, Antonio Trevín.
EL MINISTRO BERMEJO Y EL JUEZ GARZÓN
El 8 de febrero de 2009, el entonces ministro de Justicia del Gobierno de Zapatero, Mariano Fernández Bermejo, fue invitado a una cacería en Torres (Jaén), en la que participaron varias decenas de personas. También fue invitado el juez Baltasar Garzón, natural de esa localidad, que investigaba el caso Gürtel, porque se encontraba allí en aquel día.
A pesar de que ambos cazaron en puestos distintos, no se sentaron juntos en la cena y no mantuvieron ningún encuentro, el entonces líder de la oposición, Mariano Rajoy, pidió reiteradamente la dimisión del ministro. «En un país civilizado, esto sería motivo más que suficiente para que el ministro Bermejo presentara su dimisión», afirmó, además de calificar de «acto obsceno» y «bochornoso» que ambos hubieran coincidido en la cacería.
Ahora, tras la polémica y después de que el PSOE, IU-ICV-CHA, UPyD y CiU hayan pedido que el ministro del Interior acuda al Parlamento a dar explicaciones, Jorge Fernández se ha visto obligado a solicitar su comparecencia en el Congreso, que tendrá lugar el 14 de agosto.
¿POR QUÉ NO DIMITE?
Actúa bien el ministro en dar explicaciones a los representantes de la soberanía popular sobre su reunión con Rato. Pero, a la vista de lo que ha dicho oficialmente el Ministerio, poco se puede esperar de esa sesión parlamentaria porque no va a ofrecer allí una versión distinta.
Sus explicaciones, por eso, llegan tarde. Debería aprovechar su comparecencia para anunciar que dimite, como le han pedido varios partidos y asociaciones y sindicatos de guardias civiles y policías. Este incidente se suma a una larga lista de despropósitos cometidos por el ministro del Interior que, como dijo Rajoy, en un país civilizado serían motivo más que suficiente para que dimitiera. Lo que no se sabe es si el presidente considera más grave que un ministro coincida con un juez y medio centenar de personas en una cacería o que otro ministro reciba en su despacho a un imputado que ha tenido tanto poder e influencia política como Rato.