Acontecimientos extraños, sombras que deambulan sin cuerpo que las acompañe y una auténtica ciudad escondida bajo calles y edificios en diferentes subterráneos esparcidos por todo el casco antiguo que permanecen silenciosos y ocultos al tránsito de los viandantes.
Muchos de los viajeros que visitan Toledo se sorprenderían si supieran lo mucho que se dejan por descubrir. Conocer bien el extenso patrimonio monumental y cultural que atesora requiere de tiempo. Pero contemplar los monumentos, visitar los museos, apreciar sus fachadas no es sino raspar la superficie de lo que es Toledo en realidad, una ciudad llena de leyendas y rincones envueltos en el misterio.
Por la fachada del Castillo de San Servando, dice la tradición popular que un soldado veía transitar sombras inexplicables mientras hacía guardia. En un piso de las Benitas, cuentan los estudiantes que allí han residido, alguien paseaba por los pasillos al caer la noche, encendía luces, cambiaba cosas de sitio o se sentaba a los pies de la cama.
Pero si transitar por las calles de Toledo ya seduce a muchos, bajar a los subterráneos que hay repartidos por todo el casco antiguo es un viaje que sin duda enloquecerá a más de uno. Y es que, bajo el suelo de la ciudad, permanecen ocultas e ignoradas diversas excavaciones talladas por el hombre que a lo largo de los siglos han servido para diferentes usos o han caído en el olvido.
Las Cuevas de Hércules, que en su origen funcionaban como depósito de agua romano; los sótanos bajo la Casa del Greco, en la judería; las cuadras del Alcázar y el Palacio de Fuensalida; la Puerta del Vado, enterrada durante la evolución de la ciudad; o las canalizaciones que tranportaban el agua hasta la población y que se conservan en varios tramos son algunos de los espacios de esta ciudad sumergida por años de historia bajo calles y edificios.
Como la huella de cada generación ha ido plasmándose sobre los restos de la anterior no es extraño descubrir nuevos vestigios constantemente. El Consorcio de Toledo trabaja en la recuperación de edificios y subteráneos y también organiza visitas por diferentes rincones que de otro modo no se podrían visitar, al tratarse, en muchos casos, de propiedades privadas o institucionales. La empresa Rutas de Toledo también es una buena opción para quienes quieren adentrarse a la historia no contada de la ciudad en un viaje por sus subterráneos.
Una de las más escalofriantes es la cueva de la llamada Casa del Duende. Un documento del siglo XIX relata que en la Edad Media solía vivir allí una anciana que nunca salía de casa y que tenía a los vecinos atemorizados porque por las noches de la cueva emanaban luces y alaridos. Hasta que una noche, un torrente de fuego rodeó la casa y consumió todo lo que había en su interior, quedando tan solo la fachada con dos misteriosos candiles grabados en sus columnas.
Cuevas de Hércules, antiguo depósito romano de la ciudad.
Puerta del Vado, enterrada con los años bajo capas de sedimentos.