Las obras de los nuevos hospitales de Toledo y Cuenca se retomarán «antes de que acabe el año», según ha anunciado el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, en una entrevista con la Agencia Efe.
García-Page asegura que en materia sanitaria «va a haber un enorme cambio a lo largo de toda la legislatura» porque es «capital en todos los sentidos» y «supone más efecto económico y social que cualquier otro servicio público».
Con ello, dice que mantiene su intención de que «las obras de los grandes hospitales de la región estén en marcha, la mayoría, en la primera parte de este mandato».
Sobre el nuevo Hospital de Toledo, el presidente del Ejecutivo castellanomanchego critica que «ha habido cuatro años de parón incomprensible» y se muestra convencido de retomar las obras antes de que finalice el año, según las conversaciones que mantiene con la empresa adjudicataria.
«Creo que va a ir bien la negociación, creo que vamos a poder recuperar un modelo de gestión similar al del Virgen de la Salud. Vamos a hacer posible un modelo de gestión publica, profesionalmente pública, del hospital con una obra que va a significar un impulso económico a la región tremendo», asegura.
También avanza que se retomarán las obras del nuevo Hospital de Cuenca antes de terminar el año y apunta que están «tomando contacto con la realidad del Hospital de Guadalajara, que se supone que las obras están en marcha».
Sobre el nuevo Hospital de Puertollano recuerda que «hay que poner en marcha el proceso de redacción de un nuevo proyecto», algo que requiere sus plazos, como en el de Albacete.
El presidente del Gobierno de Castilla-La Mancha insiste en que «la sanidad va a ser un punto fuerte» esta legislatura y valora algunas de las medidas puestas en marcha en esta materia por su gobierno como «el automatismo en la apertura de camas para evitar colapsos en las urgencias de los hospitales».
Una medida que dice que «ha supuesto que durante estas últimas semanas no haya habido una espera de más de doce horas para una cama en Urgencias».
En este sentido, García-Page afirma que no le «cabe en la cabeza como no se ha aplicado con anterioridad» esta medida y considera que «la anterior administración sanitaria tenía empeño en que hubiera una mala impresión de la sanidad», quizás «para expulsar al usuario de la sanidad pública hacia otros sectores», según plantea.