J.A.A.T., el ganadero al que la fiscalía de Ciudad Real y la acusación particular que ejerce la organización SEO/BirdLife consideran culpable de colocar cebos envenenados que provocaron la muerte de seis águilas imperiales en la provincia de Ciudad Real, se ha declarado inocente.
Lo ha hecho durante la vista del juicio que se celebra hoy en el Juzgado de lo Penal número 1 de Ciudad Real, donde se está juzgando uno de los casos de envenenamiento de fauna «más graves» registrados en España.
Durante el juicio, J.A.A.T., que durante varios años explotó una parcela de su hijo en la finca pública la Encomienda de Mudela, en la que tenía un pequeño rebaño de ovejas y unas gallinas, ha defendido su inocencia asegurando que él nunca colocó los cebos y que nunca había hecho uso de esta práctica.
Ha reconocido, a preguntas de la fiscalía y la acusación, que en algunas ocasiones «las águilas» le habían causado algún daño sobre las gallinas, si bien, cuando esto había ocurrido, en algunos casos la Junta de Comunidades se las había repuesto y en otros no.
En su declaración ha señalado que cuando ocurrieron los hechos se encontraba en Madrid, donde permaneció entre el 9 y 12 de enero, y que tuvo conocimiento de ellos a través de la llamada que le realizó un agente medioambiental diciendo que habían aparecido águilas envenenadas en su parcela.
Ha asegurado que él cree que un vecino con el que se lleva mal y al que la Guardia Civil no le investigó podría estar detrás de la colocación de los cebos envenenados.
Tras la declaración del acusado han tomado la palabra en el juicio los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) que llevaron a cabo la investigación.
El abogado que ejerce la defensa ha defendido ante ellos que era muy raro que los seis ejemplares de águilas imperiales aparecieran en un pequeña parcela y ha señalado que cómo era posible que si la necropsia de las aves señalaban que llevaban muertas entre 7 y 21 días nadie antes las viera.
Los agentes del Seprona, en su declaración, han mantenido que las aves murieron en el lugar donde aparecieron, en cuyas proximidades había dos nidos de águila imperial con cuatro ejemplares, dos de los cuales aparecieron en un chopo de gran altura en los que hubo que emplear métodos de escalada para recuperarlos.
Tras la aparición de las aves, han señalado que los perros de rastreo lograron encontrar los cebos envenenados que aparecieron en una línea recta que se dirigía hacia la nave donde el ganadero tenía los corderos y las gallinas.
Tras los agentes del Seprona han declarado los agentes medioambientales que participaron en la localización de los cebos y los técnicos encargados de realizar la necropsia a las aves, a cuyo término el juicio ha quedado visto para sentencia.
J.A.A.T. podría ser condenado a dos años y medio de prisión y a hacer frente a una importante indemnización por el daño causado a la fauna, que en el caso de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife) se eleva a 720.000 euros, mientras que el ministerio fiscal pide 360.000 euros que el acusado debería abonar al Gobierno de Castilla-La Mancha.
También se pide para el presunto culpable que sea inhabilitado para cazar o desempeñar cualquier actividad laboral relacionada con la caza.