María Cabrera Lara es la madre del pequeño Yerai, que con cinco meses fue sometido a una importante operación. Tenía escafocefalia, lo que provocaba que cuando su cerebro iba creciendo le creciese su frente y la parte de arriba de su cabeza.
A los dos meses de nacer, María notó que su pequeño Yerai tenía una frente demasiado grande para su pequeña cabecita. Lo consultó con la pediatra, pero «me decía que era hereditario y que yo había cogido depresión tras el parto». Explicaciones que no convencieron a esta vecina de Albacete que su cabezonería, como ella indica a Encastillalamancha, la llevó a insistir e insistir hasta que en Urgencias una neurocirujana le dijo lo que Yerai tenía y que «si no lo operaban podía tener una minusvalía del 50 por 100».
Al parecer el pequeño nació con los huesos de la cabeza cerrado, una escafocefalia, explica María, quien destaca que «cuando su cerebro crecía, no encontraba espacio para seguir creciendo. Solo podía hacerlo por la frente y la parte de arriba de la cabeza».
La madre del pequeño recuerda que «cuando lo llevé a la revisión, al ponerlo boca abajo, su frente era tan grande que no podía subir la cabeza».
Cuando tenía cinco meses le sometieron a una operación para «quitarle un hueso de la cabeza y permitir así que el resto se pueda desplazar y el cerebro vuelva a su sitio». Una intervención que les asustó mucho, pero que debían hacer.
UN CASCO DE 600 EUROS
Tras la operación llegó una nueva odisea. Tenían que conseguir un casco que sirviera de «molde para evitar que la cabeza siguiese moviéndose». El precio del mismo era de 600 euros que no cubre la Seguridad Social.
Tanto María como su marido están en paro y 600 euros suponían para ellos una cantidad que no podían pagar. «No pedíamos que nos lo cubriesen todo, sino que fuese una cantidad que pudiésemos pagar dada las circunstancias que teníamos».
Gracias a Merche, una asistente social de Albacete a la que María se muestra muy agradecida, consiguieron el casco, aunque María seguía sin entender que algo que «te receta la neurocirujana, que si no se lo pongo se puede quedar sin habla o perder la movilidad… no lo cubra la Seguridad Social. Es una vergüenza que la vida de un niño te cueste 600 euros«, comentaba a Encastillalamancha al final de su lucha por conseguir lo que su hijo necesitaba para seguir creciendo.