«En los últimos años, desde Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha estamos dando pasos al frente para hacer más visible el papel que juegan las mujeres en las cooperativas, para sensibilizar de la necesidad de que hombres y mujeres participen en condiciones de igualdad en las cooperativas y que los consejos rectores sean una imagen fiel de la estructura social que compone la cooperativa. Las cooperativas llevamos en nuestro ADN la igualdad de oportunidades y por ello debemos interiorizar la necesidad del cambio para que todos participemos en todos los órganos de decisión de forma que se aprovechen las opiniones disponibles, las inquietudes, las sensibilidades y sobre todo, ¡todo el talento que tenemos!
La Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2007 viene celebrando el Día Internacional de las Mujeres Rurales el día 15 de octubre de cada año. El mundo rural ocupa el 80% de la superficie mundial, donde las mujeres dependen en su mayoría de los recursos naturales, de la agricultura y del medio rural para subsistir, representando una cuarta parte de la población mundial, al mismo tiempo que deciden en una inmensa mayoría los hábitos de consumo de los hogares. En los países en desarrollo, las mujeres rurales suponen aproximadamente el 43% de la mano de obra agrícola, produciendo, procesando y preparando gran parte de los alimentos disponibles. Son una pieza fundamental en la seguridad alimentaria. En los países desarrollados este porcentaje es inferior, pero cada vez tenemos mejores hombres y mujeres preparados en el medio rural que por falta de oportunidades para su desarrollo personal y profesional tienen que emigrar a las ciudades y, en los últimos tiempos, a otros países.
Las cooperativas agroalimentarias castellano manchegas juegan un papel fundamental en el desarrollo del medio rural y en garantizar la seguridad alimentaria, en especial en los municipios menores de 5.000 habitantes, ya que son el motor de crecimiento de los mismos. No en vano, concentran el 39% del valor de la producción agraria de la región y algo más del 4% de la del conjunto del país. Dentro de las mismas, la mujer ocupa un lugar importante en su masa social, el 23% de los socios son mujeres, pero encontramos grandes dificultades para que participen de forma activa en las estructuras de gestión y dirección de las cooperativas, aunque sí forman parte de la toma de decisiones en las estructuras familiares y en las explotaciones agrarias de las que salen las materias primas que finalmente transforman y comercializan las cooperativas. Pese a este protagonismo en los eslabones inferiores de la cadena de valor de los productos agroalimentarios en la toma de decisiones, en los consejos rectores solo participan en un porcentaje inferior al 6% y cuentan con una baja participación en las asambleas.
Debemos entender que la igualdad de oportunidades en las cooperativas agroalimentarias es un medio más para aumentar la productividad cooperativa ya que puede ayudarnos a atraer, retener talento; fomentar retribuciones de carácter complementario no monetarias como la mejora del clima laboral favoreciendo el trabajo en equipo y el compañerismo; y mejorar el potencial de desarrollo profesional, la diversidad del personal, establecimiento de diversos modelos de liderazgo, mejora de la productividad a la hora de resolver problemas, mayores estímulos a la innovación por el respeto y apoyo a posibles respuestas diferentes que generen seguridad a los líderes y miembros de los consejos rectores.
Así mismo, es un apoyo a la competitividad cooperativa porque ayuda a la mejora de la imagen de marca, debido a la calidad de los productos y los efectos sobre su Responsabilidad Social Corporativa, amplía las posibilidades de captar nuevos clientes, ya que las personas que dirigen la estrategia cooperativa, al contar con mayor diversidad deben ser capaces de conocer finalmente las tendencias de consumo del consumidor final con mayor rigor, mejora la reputación de la empresa como entidad empleadora, que puede facilitar la adquisición de capital humano y la integración del sector incorporando nuevos conocimientos, nuevas sensibilidades y en definitiva nuevos valores que hacen de la cooperativa una empresa plural.
El talento escondido no produce reputación y por tanto no aporta valor. Trabajemos por hacer visible el mismo».
Ángel Villafranca, presidente de Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha.