Cospedal se va al Congreso y deja las Cortes de Castilla-La Mancha, que es lo que suelen hacer los presidentes autonómicos y otros cargos cuando pierden las elecciones, pese a que previamente han prometido a sus votantes quedarse, pasara lo que pasara en las urnas.
El PP se empeña en repetir que María Dolores de Cospedal se queda, pero lo cierto es que Cospedal se va, como se fue José María Barreda también prometiendo defender a Castilla-La Mancha en un parlamento que ni controla, ni legisla, ni debate sobre cuestiones de Castilla-La Mancha.
Los partidos abusan de la mala costumbre de no llamar por su nombre a las cosas que perjudican su imagen, pero ya no cuela. Así que, por mucho que el PP diga que Cospedal se queda, Cospedal se va a prolongar su carrera política en otra parte, aunque para ello tiene que continuar como presidenta del PP de CLM, el punto de apoyo que necesita para seguir siendo alguien en el seno del PP y en la partida de futuro que se ha de jugar en los próximos cuatro años, en los que se decidirán las cartas de la baraja tras Mariano Rajoy.
A Cospedal le votaron 413.349 personas el 24 de mayo para que hiciera política en CLM, desde el gobierno o desde la oposición; pero, como antes hicieron otros, sus planes son diferentes. Se veía venir y lo que parecía que iba a ser ha acabado sucediendo.
Todo su lenguaje corporal lo indicaba. Bastaba observarla en su escaño de jefa de la oposición de las Cortes de Castilla-La Mancha, con Emiliano García-Page enfrente y convertido en presidente, para intuir que no duraría mucho sentada en él. Cuando en febrero deje de ser secretaria general quedará “atrapada” en la ruta que va de la Ronda de Buenavista -sede del PP regional- a la Bajada del Calvario -sede de las Cortes-, una cuesta arriba que se le ha debido aparecer como interminable e inaguantable. Ya en el último Pleno no pudo contener el gesto y se encaró desde su escaño con la portavoz del PSOE, Blanca Fernández. Se veía, desde el primer día, que Cospedal no aguantaría ahí. En el último Pleno pudimos comprobar que no aguantaba más.
La decisión de Cospedal era la noticia más esperada y finalmente se confirmó que encabezará la candidatura del PP al Congreso por la provincia de Toledo, lo que obliga a desplazar a los actuales diputados. Todos ellos continúan en la lista, pero la mayoría sin posibilidades de salir, como Paco Vañó o Rocío López; o mermadas en el caso de Agustín Conde, número tres de esa candidatura, pese a ser viceportavoz del Grupo Popular en el Congreso, un puesto que hasta ahora conllevaba escaño seguro.
Arturo García-Tizón ha impuesto sus galones de presidente provincial para seguir en el Congreso, es el número dos detrás de Cospedal y a sus casi 70 años quiere seguir, aunque buena parte del partido en la provincia esperaba retirada y desea renovación en la presidencia del partido. De hecho, se dice en el PP que después de las elecciones generales o en el congreso provincial como muy tarde, Tizón dejará la Diputación, donde su controvertida gestión va a ser sometida a la lupa y el escrutinio público a base de auditorías y comisiones de investigación.
Por lo demás, las listas aprobadas el viernes 6 de noviembre por los comités electorales provinciales del Partido Popular dejan un cierto sabor a “sálvese quien pueda”. Los dirigentes y poderes fácticos del partido se acomodan en Congreso y Senado, con algunas honrosas excepciones que se quedan a hacer oposición y a gobernar donde las urnas así lo decidieron.
Hay una cierta estampida de los cuadros de mando hacia destinos más cómodos que los que deparó el 24-M, una actitud egoísta de aprovechar el mando para garantizar la propia salvación. Algo que no es nuevo, ni exclusivo del PP. Entre los socialistas se vio, por ejemplo en el PSOE de Albacete, cuyo secretario general, Manuel González, optó por quedarse en el Congreso con Pedro Sánchez en vez de optar a la Alcaldía de la capital, lista donde todo el mundo le esperaba durante la legislatura anterior. Barreda dijo que cuando dejara de ser presidente volvería a la Universidad y lleva 8 años como diputado.
Huir en vez de dejarse renovar es una tentación demasiado frecuentada por los dirigentes políticos cuando toca la oposición después de haber ejercido el poder. Esa forma de hacer política tiene los días contados, porque los nuevos partidos aprietan fuerte y solo sobrevivirán cambiando los malos hábitos de los viejos. Estos, a su vez, solo mantendrán su hegemonía regenerándose y renovándose en usos y costumbres. Por cierto, renovarse no significa que solo puedan hacer política los treintañeros y excluir a los de más de 40.
Un compañero periodista compartía el día que se aprobaron las listas del PP un “WhatsApp” en el que decía: «Plantéate sumar años en política de los cabezas de lista o gente en los puestos de salida del PP y compara luego con los del PSOE, a ver que te sale. Luego se preguntan por qué el auge de los partidos emergentes. Buenas noches».
Así es. Las listas del PSOE y el PP en Castilla-La Mancha en estas elecciones invitan a esa reflexión con demasiados ejemplos. Con el agravante para el PP de que está en la oposición en la Junta y en buena parte de las instituciones importantes, razón por la que vaciar el partido de los cuadros más importantes a pie de obra puede traer muy malas consecuencias a medio plazo.
Esta legislatura, como la anterior, tiene suficiente complejidad como para acabar con los gobiernos que lo hagan mal o alejados de los ciudadanos o las dos cosas, sin necesidad de que exista una oposición fuerte.
Si no fuera por eso, porque el principal enemigo está dentro y es la dificultad del momento y la situación, se podría decir que con las listas aprobadas para las elecciones generales el PP regala la legislatura al PSOE.