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Artículo de opinión 23/11/2015junio 7th, 2017

«Es una realidad evidente que, a pesar de las cifras estables de estudiantes matriculados en la PAEG de nuestra universidad –por encima de los 7600 cada curso en los últimos años-, apenas el 40% de ellos realizan su primera matrícula en la UCLM, tal y como recoge el informe Datos y Cifras del Sistema Universitario Español. Curso 2014-2015, del Ministerio de Cultura y Deporte (p. 30). La gravedad de esta circunstancia nos obliga a reflexionar sobre cuáles son los múltiples factores que motivan esta diáspora, bien sean consecuencia de una oferta académica desvinculada de una inserción laboral y una tasa de empleablidad suficientes, bien a un déficit progresivo de presencia y visibilidad de nuestra institución en el tejido social de la región. Como castellano-manchego este último aspecto me preocupa profundamente, pues la UCLM como institución docente no puede ni debe aislarse del contexto educativo de la región. Los colegios, los institutos de enseñanza secundaria, los centros donde se imparten enseñanzas de régimen especial tales como los conservatorios y escuelas de música, así como las Escuelas de Arte y las Escuelas de Idiomas, constituyen todos ellos esenciales compañeros de viaje que contribuyen, tanto de forma paralela como previa, a la formación integral de nuestros jóvenes.

Los centros de la UCLM cuentan con un número considerable de profesores asociados que desempeñan su trabajo principal en otros centros educativos de la región, bien como maestros, bien como profesores de institutos o escuelas de idiomas. Su contribución a la universidad es extraordinariamente valiosa: integrados en mayor medida en las Facultades de Educación, Humanidades y Letras, son conocedores de la realidad educativa de la que proceden y procuran a nuestros estudiantes una enseñanza avalada por su experiencia profesional. Por una discreta remuneración económica compatibilizan ambos horarios llegando a impartir hasta 18 créditos, y muchos de ellos se integran en sus centros sin ayuda o apoyo institucional –frecuentemente tras una incorporación precipitada dada la resolución tardía de sus contratos a veces comenzado ya el curso escolar−, aprendiendo solos las peculiaridades de la metodología y docencia universitaria, generalmente, sin mentorización o tutela. Muchos lamentan que la UCLM no haya sido proactiva ante la administración educativa ni haya mediado para establecer unos adecuados cauces para su integración en los centros y para que este desempeño laboral sea además reconocido en su carrera formativa. En el ámbito de la investigación, la experiencia de cuantos hemos trabajado con los colegas de Educación Infantil, Primaria y Secundaria ha sido siempre profundamente positiva, por cuanto el conocimiento teórico y científico que la universidad aportaba ha encontrado en su saber pragmático de campo un complemento necesario y esencial para el progreso, y esto debe encontrar un lugar sin discriminación en su estatuto docente dentro de ambas administraciones.


Por otro lado es bien conocido que las recientes políticas llevadas a cabo por el antiguo gobierno de la región supuso la descentralización y supresión de los antiguos CEP –Centros de Profesores− y Craer –Centros de Recursos y Asesoramiento a la Escuela Rural− en toda Castilla-La Mancha. Desgraciadamente la dirección de la UCLM ha desaprovechado la ocasión de integrarse activamente en la Formación Permanente del Profesorado a través de un programa de transferencia, habiendo podido paliar una situación que todos deseamos satisfactoria. Recordemos, además, que el desarrollo curricular de la LOMCE en la región ha sido realizado por el anterior gobierno sin proceder a ninguna consulta formal a los expertos universitarios y sin que reclamara la UCLM oficialmente un espacio en su diseño. Allí donde ha habido participación universitaria ha sido antes bien por la vía de la relación y consulta personal de quienes tenemos vínculos con la administración educativa que por el cauce institucional promovido por el rectorado, cuya nula acción al respecto ha contribuido a aislar a nuestra universidad del sistema educativo regional.

Ahora bien: ¿cómo es conocida la UCLM entre la población preuniversitaria? Considerar que la vinculación de la universidad con las etapas educativas previas se reduce al vínculo académico que la PAEG establece con el Bachillerato constituye una forma acomodaticia y poco comprometida de entender nuestra relación con el contexto educativo de la región. Es difícil encontrar universidades que se den por satisfechas con la organización anual de unas jornadas de puertas abiertas donde en apenas medio día padres y alumnos conocen las instalaciones de nuestros campus. La visibilidad de la UCLM no puede reducirse a esta acción puntual fijada en domingo –en ocasiones el único día de descanso y reunión para muchas familias− y debe fraguarse quince años antes… Si preguntáramos a jóvenes de entre 6 y 12 años de qué color es la imagen de nuestra universidad, nos sorprendería su desconocimiento. Algunos centros se han esforzado por volcarse sobre las etapas previas en magníficas iniciativas tales como las olimpiadas matemáticas, las semanas de la ciencia, la semana del cerebro, etc… La UCLM cuenta además con unos embajadores de excepción en las aulas de infantil y primaria donde, durante un periodo de dos y cuatro meses, los estudiantes de las Facultades de Educación, desarrollan sus competencias de Grado en un Practicum bajo la responsabilidad de un tutor que procura la administración. Esta actividad altamente formativa estrecha las relaciones personales y los innumerables maestros tutores contribuyen de manera admirable al crecimiento de nuestros estudiantes, que en muchos casos fueron suyos antes. Sin embargo, ¿a qué se debe ese desconocimiento entre los más jóvenes de la que un día será su universidad de referencia? La razón fundamental es que no existe un proyecto de dimensión institucional que aborde el deterioro de este vínculo. Me pregunto si nuestras políticas de relación con el entorno no deberían corregirse y tomar como modelo aquellas otras de algunas universidades públicas y privadas más próximas, de naturaleza mucho más dinámica, enriquecedora y continua, que han sabido no perder el contacto con las etapas educativas previas a través de programas definidos y fuertemente estructurados, acomodando, además, su visibilidad on-line a los hábitos y usos del sector juvenil.

Digamos, finalmente, que muchos nos preguntamos si la UCLM sigue manteniendo una vocación acogedora manifestada en la disponibilidad de sus espacios para iniciativas de carácter social y educativo. El coste económico de apertura de nuestras aulas y salas a la sociedad no es comparable a la pérdida de afecto, apego y erosión de su nombre dentro en la sociedad a la que pertenece cuando éstas permanecen cerradas o no disponibles. Un ejemplo claro y meridiano es el cierre de las Aulas Culturales, especialmente la del campus de Ciudad Real, cuya trayectoria en algo conozco. Antes de la llegada de Miguel Ángel Collado al rectorado este espacio estuvo al servicio no solo de las iniciativas culturales de diferentes sectores y asociaciones –este ahora no es nuestro tema−, sino, especialmente, del resto de etapas educativas. El Aula Cultural Universidad Abierta fue un lugar en el que profesores y maestros de institutos y colegios presentaron libros y organizaron encuentros; se realizaron exposiciones destinadas exclusivamente el público escolar con visitas guiadas; hubo diferentes actividades para la infancia, conciertos didácticos, cuentacuentos, etc… Supuso un lugar en el que los estudiantes de nuestros conservatorios –organizados voluntariosamente a través del ímprobo trabajo de sus profesores− realizaban conciertos para sus amigos y familias, transformando con su actividad el nombre de la universidad en algo próximo y cercano. Excelentes profesores de la Escuela de Artes organizaron exposiciones de distinta naturaleza y profesores de diferentes conservatorios de la región ofrecieron magníficos conciertos sobre programas extremadamente cuidados e innovadores. La regularidad de su programación hizo que la sala fuera un referente en la vida cultural que ahora se ha perdido. Cabe con tristeza preguntarse en las puertas cerradas de un «Aula Abierta» hasta qué punto la UCLM –a mi juicio por apatía- podía permitirse durante estos cuatro años perder un vínculo esencial con los ciudadanos.

Son muchos los aspectos que han quedado en el tintero por falta de espacio y que merecen entrar a formar parte del debate abierto y crítico para definir mejor las directrices que han de guiar el futuro de la UCLM. Podríamos decir que el programa previsto para estos últimos cuatro años de gobierno en la UCLM no solo no ha dado los números esperados, sino que el talento y la creatividad prometidos han dado muestras de un cansancio y agotamiento prematuro, carente de nuevas ideas e incapaz de concitar el ánimo que los más jóvenes merecen. Su respuesta y diáspora es evidente. Desde la Cátedra Unesco de Políticas Comparadas en Educación Superior se insiste constantemente en la necesidad de establecer mecanismos de inserción de la universidad en el conjunto del tejido educativo. Quien esto firma, además de ser padre preocupado, antes que Titular de Universidad fue durante unos años, como otros tantos compañeros, funcionario de Enseñanza Secundaria, en una materia, además, bastante maltratada en el sistema educativo como es la Música. Mi discreta experiencia me confirma que es necesario que la UCLM oriente sus esfuerzos a integrarse con determinación en el tejido educativo del cual en definitiva emana, si no quiere que un día las armas de su árbol se atrofien y caigan secas y carcomidas simplemente porque no se preocupó de procurar un sustrato de calidad y de suministrar adecuadamente el agua necesaria a las raíces que sostienen la razón de su empresa».

Juan José Pastor Comín es profesor titular en la Facultad de Educación de Ciudad Real y funcionario en excedencia del Cuerpo de Profesores de Secundaria.

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