La última idea que ha tenido el PP para la campaña electoral ha sido buena, pero la ha llevado mal a la práctica: ha preparado y puesto en marcha un comparador informático de los programas electorales de los seis pricipales partidos políticos, para que la ciudadanía pueda consultar en apenas unos segundos lo que proponen unos y otros sobre un tema determinado, sin tener que leer los muchos folios y más folios de esos programas. Pero este invento tiene truco.
Debido a ello, a que el partido de Mariano Rajoy ha preparado ese comparador con truco, lo que han presentado como una iniciativa «inédita» en la política española se ha quedado solo en una ocurrencia más de las que surgen durante las campañas electorales en algunas candidaturas.
El PP ha comparado su programa electoral con los de PSOE, Ciudadanos, Podemos, Izquierda Unida y UPyD en 18 temas: empleo; jóvenes; energía; unidad; economía digital; impuestos; pymes, autónomos y emprendedores; turismo; medio ambiente; agricultura; pesca; política internacional; terrorismo; sanidad; pensiones; transparencia y lucha contra la corrupción; administración eficaz, y justicia.
UN INVENTO CON TRAMPA
La trampa consiste en que ese invento informático no reproduce textualmente lo que dicen los programas de cada partido sobre los temas citados, sino únicamente el resumen que ha hecho el PP de las propuestas de sus adversarios. Las compara con las que incluyen los populares en su programa y, sin ningún argumento ni explicación, se permite calificar el resultado de ese examen con una de las siguientes notas: 100 por 100 viable, poco probable, poco convincente, perjudicial, imposible de realizar o probable.
En los 18 temas analizados el PP concluye que sus propuestas son 100 por 100 viables en todos los casos. Es lógico, porque para eso es su programa electoral. De lo que plantean los demás partidos sólo admite cuatro temas como probables de aplicar, tres de Ciudadanos y uno de UPyD. Las demás propuestas, según el criterio no explicado del Partido Popular, son calificadas así: 12 son poco probables [para ser llevadas a la práctica], 34 poco convincentes, 38 perjudiciales y dos imposibles de realizar, una de Podemos y otra de Izquierda Unida.
Tras realizar ese análisis con trampo, el PP considera 100 por 100 viables todas sus propuestas, aunque en casi todas las que ha incluido en el análisis comparativo solamente plantea generalidades, y descalifica las de los otros partidos incluso en los casos en que proponen medidas concretas y con un coste económico definido.
PROMESAS MUY VAGAS
Unos ejemplos pueden contribuir a entender lo que hace este invento para comparar los programas electorales. Sobre las pensiones, el PP propone «seguir» subiéndolas y garantizarlas, y también «mejorar la calidad de vida de nuestros mayores», cuando en los dos últimos años los pensionistas han perdido poder adquisito pese a recibir una mínima subida; en Sanidad, «continuar consolidando la calidad del sistema sanitario»; respecto a transparencia y lucha contra la corrupción su compromiso es «que quien traicione la confianza de los ciudadanos acabe en prisión»; para los jóvenes, «seguir implantando» medidas contra el desempleo juvenil que no concreta; en agricultura, «seguir trabajando» para que se reconozca la importancia de este sector; en relación a los impuestos sí concreta: rebajar dos puntos en cada tramo del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
Frente a esas propuestas, en su mayoría muy vagas, genéricas y sin concretar, otros partidos plantean medidas mucho más precisas y algunos cuantifican lo que costará llevarlas a la práctica. Por ejemplo: derogar la ley que ha desvinculado la subida de las pensiones del IPC y ha hecho que en los dos últimos años se hayan incrementado sólo en un 0,25 por 100, apenas unos euros al mes, o elevar la pensión mínima a 756 euros mensuales; derogar la ley que limitó el acceso a la asistencia sanitaria a algunos inmigrantes; promover una nueva Ley de Transparencia más completa y efectiva…
El PP, y los demás partidos, deberían convencerse de que a la ciudadanía ya no le sirven cantos de sirena ni promesas vagas, sino compromisos firmes y serios de que los partidos van a cumplir lo que prometen. Con unas elecciones tan abiertas como éstas, en las que concurren los partidos de siempre y dos nuevos que nunca han gobernado, las ocurrencias y los inventos con truco no van a colar. Quienes sigan por ese camino, se equivocan y lo veremos en la noche del próximo 20 de diciembre.