«La gente sigue llenando la iglesia. El mal y la violencia no tienen la última palabra en Siria». Son las palabras de María Guadalupe Rodrigo, una religiosa argentina que ha regresado de allí recientemente y que ha estado en Toledo presentando la campaña puesta en marcha por Ayuda a la Iglesia Necesitada con la que se pretende reunir apoyo para los refugiados en origen.
María Guadalupe Rodrigo.
Según los datos que maneja esta organización dependiente de la Santa Sede, y de los que informaba su responsable de la zona centro-oeste, Matilde Latorre, en 2015 se han contabilizado 59,5 millones de desplazados en todo el mundo, de los cuales 3,88 millones son sirios y el 51 por 100 son niños. Inmersos en una cruenta guerra desde el año 2011, en Siria se contabilizan, además, 7,6 millones de desplazados internos. El 83 por 100 de los refugiados que han llegado a Europa en 2015 procedían de países azotados por la guerra o grupos terroristas. Más de la mitad son sirios pero también han llegado de Nigeria, Eritrea, Irak, Afaganistán y Pakistán.
Frente a esta realidad, tanto Matilde Latorre como María Guadalupe Rodrigo hacían un llamamiento desde el Arzobispado de Toledo para que la ciudadanía se sume a la ayuda que la Iglesia presta en los lugares de origen, una ayuda que -según indicaban- se puede traducir en rezos; en la difusión de esta campaña y de la situación que se vive en Siria y en los lugares de conflicto; y en donaciones a través de tres cuentas bancarias (Banco Santander: ES74 0049 2674 5928 1434 2966; La Caixa: ES21 2100 2415 4202 0014 0293; y Banco Popular: ES12 0075 0080 1706 0166 7548; y mediante los teléfonos 917259212 y 932373763)
La religiosa -que durante este año se ha tenido que trasladar a Argentina por motivos familiares pero que, asegura, está deseando regresar a Alepo, la capital financiera de Siria- ponía el acento en la situación que están viviendo las familias cristianas sirias, quienes «están demostrando una gran valentía» y «no quieren abandonar su país; prefieren que se les ayude en su tierra».
Antes de la guerra su labor se centraba en la atención pastoral de la Catedral de Alepo y en la gestión de una residencia para jóvenes universitarias pobres. Llegaron las bombas y con ellas la vida de María Guadalupe dio un giro del 360 grados, pasando a ser su tarea principal la atención a los heridos y a las víctimas. Hoy en día Ayuda a la Iglesia Necesitada centra muchos de sus recursos en paliar esta tragedia. De los 623.000 euros que destinaba en 2005 se ha pasado a 11 millones en 2015.
Sobre la situación que se vive actualmente en este país de Oriente Medio, afirma que permanece estancado y «es difícil saber cómo y cuándo va a termina la contienda». La intervención militar rusa en favor del ejército nacional ha permitido, por primera vez en cuatro años, un leve retroceso del Estado Islámico, algo que «trae esperanza». Sostiene que la comunidad internacional debe asumir la petición del Papa Francisco y, desde la OTAN, crear una alianza que apoye al ejército nacional sirio. Al margen de las armas, asegura que la solución pasa por fórmulas económicas, como por ejemplo acabar con la venta de armamento en la zona o dejar de comprar petróleo al Estado Islámico.
Insiste en que Europa no puede dar la espalda a este conflicto, máxime cuando «lo que está ocurriendo allí puede pasar aquí». Dice que, una vez que salió de Siria, le sorprendió mucho la ignorancia y el desconocimiento que existe. En su opinión, es fundamental destapar este problema y cómo los cristianos están siendo perseguidos, no sólo en Siria, también cuando llegan a Europa y conviven en los campos de refugidados con mayoría de musulmanes, «donde les obligan a rezar y a las mujeres las hacen cubrirse la cabeza».
María Guadalupe defiende que Europa debería recibir, en primer lugar, a los cristianos y es que «estamos pecando de ‘buenísimos'» al recibir a refugiados que, muchos, no proceden de la guerra de Siria. «Eso no es caridad». Explica que el Estado Islámico está compuesto por 100 nacionalidades, lo que significa que tiene entrada a 100 países. «Si no lo detenemos pronto, acabará afectando al resto del mundo». Concluía indicando que, «más que hablar de refugiados, lo que habría que hacer es detener la guerra en Siria».