Los embalses de cabecera, Entrepeñas y Buendía, se encuentran a poco más del 13 por 100 de su capacidad. Como lo leen. O, lo que es lo mismo, para que nos entendamos mejor, de los 2.474 hectómetros cúbicos de agua que se pueden embalsar sólo hay 329 disponibles (a fecha 30 de noviembre).
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Entrepeñas y Buendía se mueren de sed. Foto: Ignacio López / JCCM.
Es parte del agua que «alimenta» al Tajo. Conclusión: no hay río. O, quizás, lo más parecido a ello es el charco que, por ejemplo, se puede ver en algunas zonas a su paso por Talavera (Toledo), donde la alarmante falta de caudal ha provocado que aparezcan nuevas islas en mitad del «océano». Real como la vida misma.
Y no hay más. A pesar de que durante años y años, décadas ya, oigamos clamar por la sed del Tajo, se siguen aprobando trasvases desde el Gobierno central con destino al Segura, donde llegará el día en el que los murcianos en vez de con agua regarán con lodo. Si no lo hacen ya…
Es el río que nos lleva…
...A la desesperanza, a la desilusión, al cabreo permanente porque se tiene la sensación de que la cuenca cedente no pinta absolutamente nada en todo esto o al malestar generalizado solo con asomarse a ver qué pinta tiene el río.
Supuestamente no se podría trasvasar desde el momento en el que no hubiera más de 400 hectómetros cúbicos. Pero quien hace la norma hace la «trampa» y la transitoriedad de la ley nos llevará a aplicar tal quimera allá por 2018. Por lo que el «tajicidio», como lo han denominado algunas asociaciones ecologistas, continúa.
Hace justo un año Entrepeñas y Buendía embalsaban 552 hectómetros cúbicos, 223 más de los 329 actuales. A este ritmo, en dos años el Tajo será prácticamente historia en los libros de texto.
El Gobierno de Castilla-La Mancha del socialista Emiliano García-Page ha recurrido ante la Justicia todos los trasvases que se han realizado desde julio hasta la fecha, uno detrás de otro.
Pero así que pasen los años y la solución no llega.
Asistimos día a día a la defunción, que ya es más que una crónica anunciada, de un río que da penita ver. Porque por muchas historias que nos cuenten ni es ni será lo que fue. Clama al cielo y nadie le hace caso, él, que no tiene ni voz ni voto y que juegan con su cuenca allá por donde pasa.
Miren los libros de geografía y disfruten de las imágenes de lo que un día fue. Porque está herido de muerte y muerto de sed. Adiós, río, adiós…
Y en su epitafio pondrá: «El Tajo fue un río que pasaba por…».
¡Impresionante! En noviembre aparecieron nuevas islas en el Tajo a su paso por Talavera por la falta de caudal. Foto: Miguel Ángel Sánchez.