Mientras Mariano Rajoy ve muchísimo margen para entenderse con PSOE y Ciudadanos, Pedro Sánchez afirma una y otra vez que no va a pactar nada de nada con el PP. Me lo expliquen. Y así estamos un mes después de celebrar elecciones generales en España. Que si hoy carne y mañana pescado. En definitiva, que ni hay presidente (más allá del que está en funciones) ni se le espera en las próximas semanas. Nada anormal si no fuera porque no estamos acostumbrados a ello y nos cuesta digerir el nuevo atracón que nos estamos pegando de funambulismo político sin que, al menos en algunos casos, haya red por debajo. Por lo que, pase lo que pase, el tropezón de alguno(s) se presupone de órdago.
A Sánchez; si hay alguien que está de acuerdo con su cesión de diputados a los independentistas catalanes en el Senado que levante la mano; parece que las encuestas le vuelven a acuciar, puesto que unas nuevas elecciones, dicen, al único partido que le harían perder votos sería al PSOE. Por lo que o logra conseguir los votos y las abstenciones suficientes para ser investido (y luego ya veremos cómo torea con los mihuras que le van a salir día sí día también) o su periplo político se antoja más bien corto, con los barones al acecho una vez que sus cabreos respectivos son públicos en privado e incluso alguno de ellos no se cortan a la hora de salir a los medios para expresar su malestar. Los socialistas no ven por dónde van a salir de ésta porque parece que hagan lo que hagan tienen todas las papeletas para ser los auténticos perdedores tras el resultado electoral.
Rajoy intentará la única vía que tiene, por imposible que sea, que es la de conseguir que PSOE y Ciudadanos le apoyen para ser investido presidente. Vuelvo al principio: Sánchez y su cohorte dicen que no día sí y día también. Lo han negado tantas veces ya que convertir ahora ese no en un sí les convertiría en el hazmerreír nacional. Véndanlo ustedes como lo vendan, oigan.
A Pablo Iglesias le ha salido mal lo de confluir con otros grupos en las generales y luego pretender «separarse» para que cada uno de ellos tenga grupo propio en el Congreso. Un chiste, vamos, si le hubieran dejado. Sus carantoñas con Sánchez tienden a convertirse en bofetadas. Cosas de la política, vamos, nada nuevo.
Y Rivera espera. Clama un poco como en el desierto después de haberse desinflado el 20-D y aboga por un pacto que no se va a dar. Está en la «comodidad» del que ha quedado en cuarto lugar y no ha conseguido medalla.
Mientras, España sigue adelante. Y yo hoy pienso que en breve se disolverá de nuevo el nuevo Parlamento y habrá elecciones generales otra vez.
Mañana no sé qué pensaré.
@CesardelRioPolo
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