Habla inglés y francés, el español lo empezó a estudiar hace tres meses en Toledo, donde llegó en octubre de 2015. Cáritas es su aliado en esta difícil situación que está viviendo Rima, una refugiada siria que se marchó de su país porque no tenía «esperanza en un futuro» si se quedaba allí.
En pleno casco antiguo de Alepo (Siria), la mayor ciudad al norte de Siria, abrió las puertas un pequeño hotel con 14 habitaciones en 1997. Un establecimiento que logró ir creciendo poco a poco hasta tener en 2013 un total de 65 habitaciones. Al frente del mismo se encontraba Rima, quien en un primer momento entró a trabajar como directora de Marketing y, posteriormente, como directora del mismo vio como el turismo comenzó a bajar a partir de 2011 cuando se desató el conflicto.
La historia de Rima es una de los 11 millones de personas (7,7 millones son niños, según los datos de Unicef) que han tenido que huir de su hogar a causa de la guerra que vive su país porque «no hay esperanza en un futuro» si continuaba viviendo en una de las ciudades más castigadas por el conflicto armado.
Cuando en 2013, precisamente en la calle donde estaba el hotel donde trabajaba, se desata el conflicto y el edificio principal, donde estaba la recepción y el restaurante, es destruido totalmente. En ese momento es cuando decide que tiene que empezar otra vida en otro país. Dos horas antes de lo ocurrido había ido a trabajar, pero alguien le aconsejó que regresara a su casa porque la situación se había vuelto complicada. Así evitó vivir una situación dramática.
Sabía que tenía que abandonar su país, pero «era una decisión muy difícil»; sin embargo, «necesitaba tomarla» porque lo que estaba en juego era su vida.
Gracias a un visado consigue viajar a París con la esperanza de lograr un permiso de trabajo y empezar una nueva vida en Francia. Lo intentó, pero no fue posible y regresó a Alepo, donde su familia continúa y donde sus padres le aconsejaron que «lo mejor para mí era que me fuera».
En su ciudad, «la situación cada vez va a peor». El 70 por 100 de los cristianos han huido. La parte oriental está en manos de los rebeldes; la occidental, la controla el Gobierno. Precisamente, un Gobierno que podía haber tomado alguna solución al principio para evitar acabar así, porque «había muchas soluciones para que no derivase en guerra civil», pero ahora ya «es más complicado».
Rima volvió a viajar. En esta ocasión, rumbo a Austria y de allí a Madrid. Siempre gracias a sus amigos que la van aconsejando. En la capital de España se entera de que en Toledo hay una chica de Alepo. No lo duda, la llama y le aconseja que se ponga en contacto con Cáritas, que ellos podrían ayudarle. Rima así lo hizo y, ahora ya con «la tarjeta roja de refugiada», vive en Toledo y atiende a Encastillalamancha en la sede de la confederación.
Hablar del futuro es hablar de deseos como el de «poder empezar una nueva vida» y también supone recordar a sus padres. «Mi padre tiene 80 años, para él es muy difícil viajar…» Y es difícil estar lejos, sobre todo cuando sabe que ellos viven situaciones de peligro constantemente.
La vida en Siria antes de 2011 era «normal», pero el deseo de que el país mejorase, de que fuese más democrático, de que la desigualdad entre ricos y pobres no siguiese aumentando… era el sueño de muchas personas, «yo deseaba que mi país mejorase». Ahora, «las imágenes de las noticias es lo que vivimos, incluso algunos días es aún peor. Siempre tienes miedo, aunque la gente hace su vida normal dentro de lo que puede».