En mi columna del 11 de enero me preguntaba cómo era posible que después de que fallaran todos los pronósticos y encuestas, aún siguiésemos oyendo a algunos sentirse depositarios de la verdad sobre lo que va a pasar si hay nuevas elecciones en España. Por esos días el CIS llegaba a la conclusión, aunque no lo hemos sabido hasta hace poco, de que si se repitieran los comicios PP y Podemos se verían beneficiados, especialmente estos últimos, que adelantarían al PSOE sumando los votos de las llamadas confluencias. Solo unas jornadas después, Metroscopia llega a la conclusión contraria. Y de aquí a las elecciones, si es que las hay, veremos muchas combinaciones de resultados si los partidos se comportan como péndulos.
Otras veces he escrito que en estos tiempos las encuestas se quedan anticuadas y que cuando son publicadas sirven más para explicar lo que se pensaba en el pasado reciente que para pronosticar el futuro inminente.
El sondeo del CIS, el más completo de cuantos se hacen en España, se había quedado atrasado claramente, no porque no estuviera bien hecho, sino porque los acontecimientos y su influencia en la opinión pública van más deprisa que los sociólogos y su tiempo de cocina.
Era evidente que quedarían pronto fuera de lugar conclusiones elaboradas sin tener en cuenta el impacto en la opinión pública de acontecimientos tan relevantes como el acuerdo de PSOE y Ciudadanos para elegir a Patxi López presidente del Congreso, la espantada de Mariano Rajoy ante la investidura, el encargo del Rey a Pedro Sánchez para que forme gobierno, la revuelta de los barones socialistas en el Comité Federal del 30 de enero y la comprobación de que hay muchos Podemos dentro del Podemos que encabeza Pablo Iglesias y que algunos de ellos negocian por su cuenta.
De hecho, la encuesta de Metroscopia que El País publicó el domingo 8 de febrero, realizada después de todos estos acontecimientos, da un resultado muy diferente, en el que PSOE y Ciudadanos suben, PP retrocede considerablemente y Podemos también baja, aunque tímidamente.
No obstante, tengo para mí que ni los datos del CIS ni los de Metroscopia ni de los de otras encuestas que se hagan podrán darse por definitivos ante unas hipotéticas elecciones en verano. Sin embargo, creo que todos ellos marcarán tendencias claras en la opinión de los ciudadanos. Se premia el diálogo, la moderación, las posiciones centradas y de sentido común y, por supuesto, los votantes valoran a los que se tiran al ruedo y cogen el toro por los cuernos buscando desbloquear la situación y castigan a los que se quedan quietos a verlas venir o a los que se pasan de frenada y se entregan a la arrogancia política.
Los que se acercan a la moderación y el sentido común y practican el diálogo, suman. Los que se alejan de este modus operandi, restan.
Un Pedro Sánchez dispuesto a hablar con los independentistas no es considerado sentido común y se le castigaba a primeros de enero por ello. El sondeo de Metroscopia, realizado tras giros importantes en la actuación del dirigente socialista en cuanto a moderación y sentido común, junto al arrojo demostrado para afrontar la situación, han tenido claro reflejo en la percepción y valoración que de él hacen los electores. Pedro Sánchez y Albert Rivera, PSOE y Ciudadanos, mejoran posiciones y valoración, fruto de su conocida disposición al diálogo y a ponerse manos a la obra en busca de una solución a la complicada situación política española. La pasividad teñida de espantada de Rajoy la arrogancia de Iglesias, convertidos en los extremos del partido, pierden posiciones.
La suma PSOE y Ciudadanos es la favorita en las respuestas dadas a Metroscopia, pero no se votó así el 20 de diciembre. Así que el dato solo vale como pista para el comportamiento de los partidos, ya que los españoles optan claramente por un cambio, pero para coseguirlo prefieren reformas a revolución.
En cualquier caso, parece claro que ni el frente del sí ni el del no, como han dado en llamarles algunos analistas, tienen en su mano una mayoría suficiente, ni aunque se repitieran elecciones a corto plazo. Solo con lo visto hasta ahora los votantes no tienen suficiente como para replantearse de manera numéricamente relevante lo que votaron el 20 de diciembre. Pero es evidente que toman nota de todo y se mueven con sus papeletas en la mano.
Creo que las posiciones más al centro, la moderación, el sentido común y el coraje de pelear por una solución hablando con la mayoría pueden considerarse la fórmula que más adeptos sumarán, incluso aunque la receta no llegue a tiempo y haya que repetir elecciones, que tampoco traerían mayorías absolutas ni soluciones mágicas.
Mes arriba, mes abajo y aunque se desplacen algo las bolsas de escaños de unos y otros, es presumible que el electorado, al menos a corto plazo, vaya a seguir pidiendo tres actores en la solución del problema. Lo que sí puede cambiar en poco tiempo es el nombre de esos actores según se comporten al gusto del elector medio español o se alejen de sus preferencias.