martes, 26 de noviembre de 2024
Historia 09/02/2016junio 7th, 2017

Imagen de archivo de un botellón en Toledo.

No es broma. Los defensores de que todo está inventado, la historia es cíclica y todo se repute bajo el sol encontrarán en el botellón un nuevo ejemplo al que acogerse.


Lejos de ser el fenómeno de la juventud del siglo XXI, esta molesta costumbre para los vecinos que la sufre, al menos en Toledo, ya suscitaba quejas antes de que acabara el siglo XVIII.

Si no lo creen, lean lo que ha encontrado el blog cultural www.ciudaddelastresculturasblogspot.com buceando en el archivo municipal.

Según recogen, “a finales del siglo XVIII, un vecino, Juan Bello, bordador de la Catedral de Toledo, realiza una súplica al corregidor de la ciudad que ordene el traslado de las caballerías de los bargueños a otra plaza distinta del Corral de Don Diego para evitar los daños que ocasionan a los vecinos de esa plazuela”.

En el Archivo Municipal figura que este vecino expone que “(…la plaza del Corral de Don Diego es el paradero de todas las caballerías mayores y menores de los Bargueños y Trajineros que vienen a esta ciudad, está en un total abandono casi todas las horas del día por sus dueños contra todas reglas de policía, (…)y por más que hace no puede conseguir apartarlas de su puerta sufriendo su familia mil improperios y desbergüenzas de los dueños (…) espuesto a que me maten, o alguno de micasa, como pocos días hace estubo a suceder a uno de mis hijos, que al tiempo de pa sar una Caballería mayor empezó a coces y fue un milagro no me la estrellase. (…) no dejan tener ningún sosiego a mi familia ni vecinos en la siesta”.

Ahí queda eso.

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