La investigación de la Guardia Civil comenzó en noviembre de 2014, cuando conocieron que en varias localidades de La Mancha, en la provincia de Cuenca, se estaban vendiendo piezas de caza de forma clandestina, en lugares no autorizados y sin ningún tipo de autorización sanitaria como en garajes e incluso en la misma calle.
La operación que se puso en marcha se llamó «Cómica» y concluyó con la atribución de 11 delitos contra la salud pública, uno contra el mercado y los consumidores y otro contra la Hacienda Pública al propietario de una empresa cárnica de Badajoz, así como a varias personas que actuaban como intermediarios en la manipulación, el transporte y la compraventa de las piezas de caza.
Los agentes pudieron comprobar que un intermediario compraba las piezas abatidas tras una jornada de caza, en malas condiciones higiénicas e incluso quitándoles en el mismo lugar las vísceras. Luego las revendía a una empresa cárnica, que las recogía en un furgón no acondicionado para el transporte de estos productos.
Por lo que encontraron carne de caza en malas condiciones sanitarias, sin ningún documento que acreditara la procedencia de la misma y cuyo destino final era el consumo humano. Se decomisaron e inmovilizaron 140 piezas de caza no aptas para el consumo humano y otras 1.000 piezas por falta de trazabilidad.