«Estoy hasta los cojones de que un día sí y otro también saga alguna persona del PP que está pringada», le dijo a Mariano Rajoy el presidente del PP de Vizcaya, Antón Damborenea.
«No te voy a explicar hasta dónde estoy yo, pero te lo puedes suponer», contestó el presidente del Gobierno en funciones y líder del PP.
Pues imagínense ambos, sobre todo Rajoy, hasta dónde está el pueblo español de ver tanta mierda en las manos de aquellos a los que confío su futuro y bienestar, la clase dirigente del país.
¡¡¡Imagínense!!!
El sistema separa claramente la posibilidades de delinquir de unos y otros y también el castigo recibido.
Empresas cerradas, familias en la miseria, jóvenes exiliados, sueldos ínfimos o recortados, jornadas laborales cada vez más largas, contratos cada vez más cortos, la sanidad llena de colas y las clases de alumnos, cada vez menos médicos y maestros, las pensiones amenazadas, las obras públicas paradas… ¿No es necesario que siga, verdad? ¿Se imagina, presidente Rajoy, hasta dónde estamos los demás?
Se nos dijo que vivíamos por encima de nuestras posibilidades -¡qué valor¡- mientras se saqueaba el país y se llenaban las cuentas de los bancos suizos y del resto de paraísos fiscales.
Es verdad que la corrupción no es solo del PP, pero sus casos hoy superan a los de cualquier otro partido (excepción hecha de la satrapía de los Pujol y CiU en Cataluña). También es cierto que la sociedad ha sido complaciente con las prácticas corruptas, quizá aupada por ese gen de la picaresca españoles que tanto daño nos hace fuera y dentro.
Pero a diferencia de muchos de los integrantes de sus élites políticas y económicas, la sociedad española no se ha enriquecido, sino que se ha empobrecido. La sociedad española no tiene más médicos o maestros, sino menos. La sociedad española no se ha garantizado su jubilación ni se ha asegurado pensiones millonarias tras hundir empresas o bancos, sino que a los españoles se les ha congelado la pensión del presente y se les ha puesto en riesgo la del futuro, porque con el empeoramiento del mercado laboral a la mayor parte de la población activa le da miedo pensar en su vejez.
Y no, señor Rajoy, no pueden estar igual de indignados que nosotros, los de a pie. Porque cuando a un mortal común le han pillado en un fraude no ha gozado de tribunales especiales, ni de carísimos abogados, ni han sido juzgados por jueces que ellos habían nombrado…
En fin, que por mucho que nos iguale la picaresca, el sistema separa claramente la posibilidades de delinquir de unos y otros y el castigo que por ello se recibe.
Así que no se escuden en la sociedad, el carácter español o la lentitud de una justicia que el poder ha esclerotizado y politizado para concluir que esto es culpa de todos, que es lo mismo que decir que no es de nadie.
No es creíble el discurso de todos sufrimos los efectos la corrupción, porque no es cierto y seguir utilizándolo sin tomar medidas drásticas y rápidas ya ha tenido graves consecuencias para el PP como las trajo para el PSOE décadas atrás.
Dejen la testosterona y pasen a la dopamina, que es lo que activa la función motora.