Los años de historia a sus espaldas hacen que Toledo siga desgranando, hallazgo tras hallazgo, la riqueza que ha ido atesorando. Es habitual que cualquier reforma en inmuebles del Casco saque a la luz vestigios del pasado. Eso ha ocurrido en el callejón de los Husillos, cerca de la calle de la Plata, con la particularidad de que pocas casas como ésta han conservado de manera tan óptima tantos elementos singulares de carácter patrimonial, como si prácticamente el tiempo se hubiese detenido para ella en el siglo XVII, mostrando una gran decoración -propia de una familia importante de la ciudad- y una carpintería de la que se conserva la estructura original en los diferentes pisos.
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Durante cerca de un año el Consorcio de Toledo ha llevado a cabo en este edificio unas labores de restauración que acaban de finalizar. Las actuaciones se han centrado en las zonas comunes del mismo: un zaguán y un patio interior -en la planta baja-; así como un segundo y tercer nivel de escaleras y pasillos en los que resalta una balaustrada de madera.
Nada más entrar en la casa, las inscripciones en castellano que han sido recuperadas en una moldura que recorre la parte superior de las paredes del zaguán indican al visitante que entra en un lugar distinguido. Se trata de un pequeño fragmento de un poema de Ambrosio de Montesinos, un clérigo, poeta y traductor castellano del Renacimiento, que fue fraile del monasterio de San Juan de los Reyes.
Del zaguán se pasa directamente al patio, donde continúan las inscripciones, en este caso -y como era habitual en la época- en latín. Aquí se lee varias veces la parte de un oficio de la Semana Santa: «Pon tu mirada, Señor, sobre esta familia tuya». A cada letra le acompaña una bella y trabajada decoración de motivos vegetales, mientras que las palabras aparecen separadas por una figura -un dragón, un cisne, un ángel…- que nunca se repite o bien por uno de los dos escudos heráldicos que, estos sí, se van repitiendo.
Una peculiaridad de esta casa es que en aquella época la decoración solía concentrarse en la madera, sin que fuese tan habitual el empleo de tantos textos.
Otros elementos que también sobresalen en este patio son los rebocos originales del siglo XVII que se han rescatado; los brocales de mármol de los dos aljibes; y las yeserías -contemporáneas a las inscripciones (siglo XVII)- que enmarcan las dos puertas que dan acceso a sendas viviendas. Hay que retrotraerse en el tiempo, hasta los siglos XIV y XV para contextualizar otro de los hallazgos que, junto a las letras, permanecía oculto a la vista: un arco angrelado de estilo mudéjar del que, no obstante, se conservan pocos restos. De estos mismos siglos es la escalera que, desde el patio, permite acceder a la planta superior no sin observar previamente que -por las huellas de color- estuvo profusamente decorada, incluso con un relieve que se asemeja a la cabeza de un dragón.
La segunda planta continúa mostrando una pequeña parte de estas inscripciones en latín. Sin embargo, aquí se pierde la balaustrada de madera, ya que los propietarios de la vivienda incorporaron el rellano a la residencia. Un piso más arriba, se vuelve a recuperar la balaustrada, si bien en algunos tramos ésta se ha tenido que reconstruir.
La casa primitiva tenía los salones principales en la planta baja, con grandes puertas que daban a un patio en el que se hacía mucha vida. Los dormitorios se localizaban en la segunda, mientras que la tercera estaba reservada al almacenaje y a los trasteros. Dicha distribución explica que el edificio vaya perdiendo decoración y riqueza según se sube de nivel.
Elena Sánchez, responsable de los trabajos arqueológicos, indicaba a Encastillalamancha.es que «tiene un valor patrimonial excepcional» porque «es como si el tiempo se hubiese parado en este edificio en el siglo XVII», llegando a nuestros días un conjunto muy completo y muy bien conservado de cómo era entonces esta casa. Ha sido así gracias a que las reformas acometidas posteriormente no han sido muy agresivas. Explica que, una vez realizados los trabajos de control y seguimiento arqueológico y hecha la restauración, ahora comienza la tarea de investigar y de documentarse.
Junto a Elena Sánchez, también han formado parte del equipo de intervención Miguel Ángel Bonache, restaurador; Joaquín López López, arquitecto; y Paloma Bel Borja, aparejadora.
Está previsto que el Consorcio incorpore esta visita a sus Rutas de Patrimonio Desconocido.