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03/03/2016junio 7th, 2017
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A juzgar por lo que se ha visto y escuchado en el debate de investidura de Pedro Sánchez, se va a necesitar casi un milagro laico si se quiere evitar que los ciudadanos tengamos que acudir de nuevo a las urnas para salir de una situación de bloqueo que los cuatro principales partidos políticos no han sido capaces de resolver. Las dos sesiones celebradas en el Congreso de los Diputados el 1 y 2 de marzo han tenido el resultado que se esperaba y han sido la crónica de un fracaso anunciado: el primer fracaso, porque el segundo se producirá el viernes día 4 en la segunda votación.

Aunque era seguro que Pedro Sánchez no saldría investido presidente en esa primera votación, porque necesitaba mayoría absoluta (176 votos de 350 diputados) y sólo tenía asegurados 130 votos (los 90 del PSOE y los 40 de Ciudadanos, que son los que logró), el debate ha sido interesante porque ha permitido ver lo que da de sí cada líder político ante una situación nunca vivida hasta ahora, tanto los de partidos tradicionales como los nuevos.


DISCURSOS PARA SUS SEGUIDORES

Quienes hayan tenido la oportunidad y la paciencia de seguir el debate han visto que, más que hablar para convencer a la ciudadanía, algunos líderes políticos parece que habían preparado sus discursos sobre todo para sus afiliados y seguidores. Se equivocan, porque a ellos no tienen que convencerles de las bondades de su programa sino a los demás, pero cada uno es muy libre para decir lo que considere oportuno desde la tribuna del Hemiciclo del Congreso.

Esos pacientes ciudadanos habrán comprobado, también, que el debate no ha servido para acercar posturas entre unos y otros, con el fin de hacer posible la constitución del nuevo Gobierno, sino todo lo contrario, para agrandar la división. Todo ello, eso sí, con continuos llamamientos al diálogo, manos tendidas y buena disposición, pero solo de boquilla.

Todos ellos dicen que una nueva convocatoria de elecciones generales sería la prueba de un fracaso. Y los del PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos -que son los que pueden hacer que salgan las cuentas, por el número de escaños que tienen- han afirmado que era posible un acuerdo para formar Gobierno, pero ninguno ha cedido lo suficiente como para permitirlo. Y, por lo que se han dicho unos a otros, no parece probable que eso se vaya a producir.

RAJOY LO INTENTARÁ DE NUEVO

Mariano Rajoy, después de haber dicho al Rey que no estaba en condiciones de someterse al debate de investidura por falta de apoyos, afirma que cuando Pedro Sánchez pierda su segunda votación él volverá a intentar convencer a sus adversarios para constituir un Gobierno de coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos; el candidato socialista asegura que nunca aceptará esa opción; Pablo Iglesias critica a todos, la izquierda y la derecha, y Albert Rivera pide a los populares que prescindan de Rajoy, porque «quien no ha sabido limpiar su casa, ¡cómo va a limpiar España de corrupción!».

Con planteamientos tan diversos y excluyentes como esos, es probable que algunos diputados se hayan acordado estos días de la película Los jueves, milagro, que dirigió Luis García Berlanga. En ella, varios vecinos de un pequeño pueblo venido a menos se inventan el milagro de que San Dimas se aparece cada jueves en el balneario de la localidad, para intentar atraer turistas, vender las sanadoras aguas termales y recuperar la prosperidad perdida del pueblo.

En el Congreso, con un reparto de escaños tan dividido como el que ha salido de las urnas, el milagro laico lo busca el diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón, a cuya formación política castiga la Ley Electoral con solo dos escaños pese a haber tenido casi un millón de votos en las elecciones del pasado 20 de diciembre.

Antes del debate de investidura, Garzón actuó de mediador y consiguió sentar en una misma mesa de negociación a PSOE, IU, Compromís y Podemos (que se negaba a hablar con los socialistas mientras éstos negociaran con Ciudadanos), para intentar un Gobierno de izquierdas y de cambio, pero fracasó porque Pablo Iglesias rompió las conversaciones cuando supo que los socialistas seguían hablando con el partido naranja; ahora ha vuelto a convocarlos para el día siguiente a la segunda votación de investidura, el sábado 5, porque considera posible lograr ese objetivo. Es muy difícil, pero que no sea por no intentarlo, habrá pensado el portavoz parlamentario de IU.

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